El editorial sobre las pensiones
Con el título de “El enésimo uso partidista de las pensiones”, el editorial de LA NUEVA ESPAÑA del domingo 7 de octubre daba, a mi entender, una y otra vez con cada una de sus frases de pleno en el centro de la diana, aclarando conceptos y diciendo verdades como catedrales.
Lástima que un tema de tanta importancia para los más de nueve millones de pensionistas en nuestro país, y de los que en el futuro más o menos próximo lo serán, sea tratado por los partidos políticos y por algunos medios interesados con tanta ligereza y poca seriedad como se ve demuestran estar haciéndolo.
Sabido por todos es que tanto el número de pensionistas como el gasto en pensiones está aumentando a un ritmo muy superior al que lo hacen desde hace años los ingresos del sistema de pensiones, y que como consecuencia de esa situación se está generando año tras año déficit de caja, concretándose al cierre del ejercicio 2017, según nos dicen, en nada menos que dieciocho mil millones de euros.
La famosa comisión del Pacto de Toledo en el Parlamento, llevaba años estudiando la fórmula idónea para tratar de dar solución a tan grave problema, y al final, yo no sé si por cansancio o por quitarse de encima ese marrón, han optado por dejar en manos del Gobierno de turno en cada momento el que actualice las pensiones según le parezca.
Está claro que nuestro sistema de pensiones denominado de reparto, y no de capitalización, funcionó y llegó hasta donde llegó cuando los ocupados eran suficientes para mantenerlo con sus cotizaciones, a la vez que con las cuotas empresariales, pero ahora, desde hace años, la pirámide se ha invertido y supone más lo que los necesitados de cobrar pensión cobramos que aquello que pueden cotizar los pocos que aún tienen la suerte de tener un empleo. Ante tal situación no puede haber margen para la demagogia y sí mucho para el raciocinio y la sensatez. No podemos ser tan torpes y egoístas que pretendiendo conseguir la parte estemos poniendo en riesgo el perder el todo.
Los pocos jóvenes que tienen la suerte de encontrar un empleo lo hacen con sueldos con una media inferior a la media de nuestras pensiones. Yo veo que mi nieto, con una formación muy superior a la mía, gana sólo dos tercios del importe de mi pensión, que además está muy por debajo de la pensión máxima, ¿cómo puedo yo pedirle a él y a otros muchos de su generación que hagan el esfuerzo de cotizar más de lo que ya hacen para que a mí me suban más la pensión que es muy superior al salario que él percibe fruto de su esfuerzo?
¿No resulta un tanto incongruente? Resumiendo: quienes lanzan a la calle a millones de pensionistas a reclamar subida de pensiones en general, en mi opinión, mejor harían en pedir un reparto más justo de las mismas. No puede ser que sabiendo que el sistema está prácticamente en quiebra por falta de ingresos, se pida subir con carácter general las pensiones conforme al IPC igual para quien cobra la pensión máxima que hoy está fijada en 2.614,96 mes y 36.609,44 año, que a quién está sujeto a cobrar la pensión mínima que es de miseria y no le permite llegar a medio mes. Todo rebosa incongruencia, demagogia y egoísmo por los cuatro costados. La prueba de todo ello es que justo quienes están a la cabeza de las reivindicaciones y manifestaciones de pensionistas son los vascos, que, curiosamente, son los que tienen la pensión media más alta de todo el país.
Seguro que con lo que acabo de exponer me estoy ganando la antipatía de muchos, pero me importa un bledo, creo estar diciendo la verdad, y con ella me quedo, le pese a quien le pese.
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