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Amputaciones y diagnósticos

14 de Octubre del 2018 - José Antonio de Lillo Cuadrado (Moreda (Aller))

El día 1 de este mes de octubre informaba LA NUEVA ESPAÑA de que María Manzaneque fue víctima hace nueve años de dos accidentes de tráfico en Pajares. El primer “actor” era un borracho y el segundo, un kamikaze. Como consecuencia, perdió un riñón y el bazo, y quedó con catorce costillas rotas, más de media caja torácica. Como si hubiera sido poco, tuvieron que amputarle una pierna. Ella, lejos de resignarse a pasar su nueva vida sentada en una silla de ruedas, fundó en Asturias la delegación de la Asociación de Amputados de España. El día 30 del pasado septiembre la playa de Salinas fue el escenario de una marcha benéfica para recaudar fondos en favor de la asociación.

En la lectura algo me resultaba extraño y no me detuve hasta que di con ello. El título dice “Los amputados caminan por sus derechos”. Más abajo, en el primer párrafo se habla de la “Asociación de Amputados” y, en el segundo, se pide “...que el contacto con el amputado debe ser…“. El DRAE define el verbo “amputar” como “Cortar o separar enteramente de un cuerpo un miembro o una porción de él”. Por tanto, lo amputado fue la pierna. Según la Academia, si la agredida “fue amputada”, habrá que deducir que fue “cortada” o “separada” de su casa, de una reunión de amigos o de alguna sociedad por ser socio incómodo.

En la página siguiente, de Salinas nos acercamos a Cudillero: en la villa pixueta, la atleta Beatriz Terneiro recibió la insignia de oro de la asociación Amigos de Cudillero. Seguí leyendo y di con otro caso “extraño”: “La joven fue diagnosticada de...”. A menos que ella misma constituyera una enfermedad, que no parece, lo que hacen los médicos no es “diagnosticar” personas, sino enfermedades, una espondilitis anquilosante.

“Diagnosticados” y “amputados” no son las únicas palabras a las que se vuelve del revés. Encontramos frecuentemente empresas “participadas”, trabajadores “regulados” y enfermos “trasplantados”. Todos saben que los “regulados” son no los trabajadores, sino los puestos de trabajo. En cuanto a “participados”, son empresas, accionistas… quienes “participan” de los beneficios, no los negocios. Creíamos también que los “trasplantados” de toda la vida y por derecho propio eran los árboles. Pero modernamente también se admite, por metáfora, que el hígado o el corazón sean “trasplantados”, nunca los enfermos. Incluso, por la misma razón metafórica, se permite con toda naturalidad que un ejecutivo sea “trasplantado” de Oviedo a León por exigencias de trabajo.

Este lenguaje elegante de la metáfora circula por la calle, libre y sin complejos, más de lo que pensamos: en “esa cara me suena”, “mira qué te digo”, “qué día más alegre” o “en el coro hay voces blancas”. En estos casos estamos cambiando la “especialización” de los sentidos” o de otras facultades: el oído “oye” objetos (la cara), la vista “ve” sonidos (qué te digo), un día soleyero “transmite” alegría y la voz “habla” en colores (las voces blancas del coro). No cabe duda de que el lenguaje literario no sólo está en los libros.

De lo expuesto arriba se deduce que debemos saber qué nos “trasplantan”, qué nos “amputan”, qué nos “diagnostican”, qué nos “regulan” y en qué “participamos”. Por si acaso.

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