Dichosa fuga de talento
El término empleado por parte de los medios de comunicación y la política española, la fuga de talento, debe reformularse antes de que acabe en una completa y disparatada distorsión de la realidad, cada vez más presente en las tertulias políticas, que puede peligrar el verdadero propósito de mejorar la grave situación de la juventud española al que en los próximos años deberemos enfrentarnos todos los ciudadanos de este país. Este eslogan es un menosprecio a la juventud que se queda en su región, bien por motivos personales o por no contar con la oportunidad de emprender esta emancipación acelerada.
Se ha generalizado la ridícula idea de que las personas que abandonan la región para irse a otra provincia o a otro país lo hacen por talento, y no es cierto, se ven obligadas por carecer igualmente de oportunidades y de reconocimiento. El talento es un término puramente capitalista, resultado de un sistema competitivo donde prima ante todo una retribución; sólo hay que jugar un poco con las palabras para que en seguida nos venga a la cabeza otro conocido eslogan como el de "invertir en talento". Por este motivo, los jóvenes que deciden quedarse no lo hacen porque no cuenten con el suficiente talento, sino por falta de los recursos económicos necesarios para dar ese gran paso de gigantes que otros sí dieron. Y como el reconocimiento al esfuerzo de la juventud en esta región es nulo, al final priman unas pésimas condiciones laborales que dificultan su desarrollo socioeconómico.
Por lo tanto, no debería reducirse el problema de la juventud asturiana, y por extensión si se quiere la española, a una lacrimógena fuga de talento. Del mismo modo que el plan político de actuación no debería girar en torno a una estrategia para que la vuelta de los jóvenes sea atractiva. Todo lo contrario, en primer lugar hay que analizar en profundidad la situación de la juventud en todos sus contextos, como han hecho en el caso de Gijón los investigadores Stefano de Marco y Daniel Sorando, y una vez leído de verdad todo lo que en estos trabajos se ha estudiado, crear un plan de actuación, modesto si se quiere, pero resolutivo, que permita a la juventud, tanto la de fuera como la de casa, vivir con unas condiciones laborales dignas. Más que nada porque el futuro de las generaciones precedentes está en manos de la inversión que hagan de su otro futuro, sus jóvenes.
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