La Nueva Inquisición condena a Vox

Éxito de Vox en Vistalegre.

Ese partido, ignorado por políticos estabulados y medios de comunicación muñidores y tuteladores de la opinión pública, ha dejado de ser marginal convirtiéndose en el objetivo común a derribar por todos aquellos que ven peligrar no sólo la supervivencia política y mediática, sino su inconfesado objetivo común con respecto al futuro de España.

De esta forma, Vox es condenado por la Nueva Inquisición de la secta progre que unos administran y a la que otros mendigan pertenecer, encasquetándole el infamante capirote de "nazis" y el sambenito de "ultraderecha", porque todo aquel que no comulgue con sus dogmas es reo de exclusión -por ahora- de la vida política y -luego- de donde la ultraizquierda dictamine. Anteriormente se han venido lanzando anatemas y admoniciones preventivas de forma esporádica, pero es ahora cuando el Consejo Supremo de la Nueva Inquisición ha acordado oficialmente condenar a la hoguera la herejía que representa Vox.

Obviando las descalificaciones de grupos estalinistas, golpistas, filoterroristas, revolucionarios y chavistas que, de acuerdo con su ideología y su papel de inquisidores generales son previsibles, llaman especialmente la atención las declaraciones de miembros (y miembras) de los llamados partidos constitucionalistas.

Es el caso de ese partido que traicionó -por ineptitud, coacción o por convencimiento- a sus votantes desde que Rajoy pisó la Moncloa. Esa traición en todos los órdenes, moral, político, económico, fue la que propició el nacimiento de Vox, tomando el testigo para liderar el proyecto que millones de españoles habíamos apoyado con no menos legitimidad, razón y derecho que, también dentro de la ley, pueda tener la izquierda para apoyar el suyo. Si bien el nuevo presidente del PP ofrece una imagen muy distinta a su antecesor, en las tripas del partido sigue existiendo el tufillo del engaño, de la marrullería, que ni las sensatas declaraciones -todavía no acciones- de su líder logran disipar. No es nuevo que el PP intente frenar a Vox con el voto del miedo, lo hizo desde su fundación, con el cuento del "voto útil". Y ya comprobamos la utilidad de ese voto. A Casado le preocupa la posibilidad de que "esta formación nos robe los votos suficientes para perder escaños sin que ellos los ganen". Señor Casado, no les roban: ustedes dilapidaron. ¿Está seguro, señor Casado, de que "ellos" no se los van a ganar y de que con "ello" no ganaría también España?

El profeta Maroto insiste en la campaña del miedo "cualquier voto a Vox son cuatro años más de Sánchez, porque dividir el voto de centro derecha es perpetuar el actual Gobierno de izquierdas". Señor Maroto ¿votar al PP ha sido -y será- votar al centro derecha? Este personaje también ha acusado a Abascal de "desconocer profundamente la realidad española" en referencia al tema de inmigración. ¿Acaso su realidad sobre la inmigración es que se abra la puerta a los ilegales, como marcan irresponsablemente (o conscientemente) otros partidos? ¿Está defendiendo la ilegalidad en éste y otros asuntos? Porque si no es así, está apoyando la misma propuesta que quienes, según usted, desconocen la realidad sobre la inmigración.

Por supuesto no podía faltar, poniendo su guinda, Rafael Hernando. "Que haya un partido de ultraderecha era un sueño de la izquierda". Sr Hernando, más que un sueño ha sido una bendición para la izquierda el tener en el Gobierno a un partido que, con origen en la derecha se transformó en un "nosesabequé", que ni impulsó leyes desde la derecha ni derogó legítimamente ni una sola de las leyes de extrema izquierda dictadas por el anterior Presidente y que ofreció su colaboración más vergonzosa a golpistas.

"Es un error vivir en una burbujita y hablar sólo de otros partidos y no hacerlo de lo que preocupa a los ciudadanos". Estas declaraciones -elusivas y apañadoras- no podían provenir de otro que no fuera Rivera. ¿Según ustedes, qué es lo que preocupa a los ciudadanos? ¿Quién está realmente en una burbuja?

El partido que okupa el Gobierno, ese que miente y se desdice constantemente, el de las tesis plagiadas por terceros, el de las reuniones con lo mejorcito de las cloacas, el de los escamoteos tributarios..., ese mismo tiene una perla digna de enmarcar, que es la declaración de Cristina Narbona, mostrándose "preocupada" por el acto celebrado por Vox y acusando a la derecha de estar "compitiendo por retroceder" y en "seguir ahondando en la brecha que existe entre muchos ciudadanos". Efectivamente, tendría que estar muy preocupada por ser la presidenta de un partido que compite con Podemos en hacernos retroceder hasta en la Historia, para reescribirla a su gusto, manipulando memorias, desenterrando fantasmas y escarbando hasta el infierno en una brecha que estaba ya prácticamente cerrada entre los españoles. Y lo que es peor, quizás el Gran Objetivo, deslegitimando colateralmente, a sabiendas, lo mejor de la obra póstuma del anterior régimen: nuestra transición y nuestra actual forma de Estado.

Mención aparte merece la prácticamente unanimidad contra Vox de la prensa escrita, que como tribunales del Nuevo Santo Oficio acusan al reo de los nuevos sacrilegios: derecha extrema, discurso populista, movimiento xenófobo intolerante, rigor contra las autonomías enloquecidas y brazo de la ley contra el independentismo.

Al igual que el Consejo Supremo de la Inquisición, al día siguiente de los sucesos del 2 de mayo en Madrid calificó lo ocurrido de "alboroto escandaloso del bajo pueblo" (¿no les recuerda alguna declaración reciente?), ahora lo hace la Laica Inquisición descalificando con similar tono el acto de Vox. Confiemos que esta inquisición no muera de vejez -como dijo Larra de la otra- sino que, al igual que la Constitución de 1812 dio el golpe definitivo a aquella Santa Inquisición, la actual Constitución, sin reformas traicioneras y con la acción de partidos como Vox y de los ciudadanos de bien, rindan similar servicio a España y a nuestro futuro.

Ladran, luego se cabalga.