Quiero romper una lanza por los funcionarios
Quiero romper una lanza por los funcionarios en general, los buenos, que son muchos, y a los que creo que se les debe tanto en nuestra sociedad, viendo tantos disparates como se dice de ellos en muchos foros abiertos en internet con motivo de esto de la crisis. Cuando vienen emigrantes de tantos de esos países en los que la vida es un infierno y los arroja a nuestras playas como muñecos de trapo expuestos a todo lo peor que aquí les reservamos (humillación, explotación...), y sin embargo vienen jugándose la vida porque la cosa en sus países es mucho peor, a veces encuentran trabajo y demuestran ser tan buenos trabajadores o mejores que los de aquí, en muchos casos. Por eso la patronal favorece tanto que vengan, a través de sus sindicatos y sus partidos de izquierdas. Entonces, con unos mimbres tan buenos, ¿por qué sus países son un infierno de desorganización donde ni la vida personal ni la economía (las empresas y los empresarios) pueden desarrollarse, y en nuestra opulenta Europa, con trabajadores no mejores que ellos, la vida es tan fácil y todo se desarrolla tan eficientemente? La respuesta está en los funcionarios, los funcionarios de la opulenta Europa: maestros y profesores, médicos, policías, jueces, militares, funcionarios de prisiones, administrativos... incluso muchos políticos honestos e inspectores de Hacienda, y muchos otros. Que se levantan todas las mañanas a desarrollar su tarea con el entusiasmo de gente honrada que les da la conciencia de su labor. Y entre todos cada día forman el armazón, el esqueleto que le da consistencia a la sociedad y a la economía europeas, el esqueleto en el que pueden ensamblarse los músculos de Europa, su economía (empresarios y trabajadores). Sin esqueleto, la musculatura sería una masa amorfa espachurrada en el suelo, que no podría moverse, y se pudriría. Como ocurre en esos países. Eso son los funcionarios y las estructuras del Estado. Otra cosa es que al amparo de esa verdad, muchos partidos hayan inflado de funcionarios de más, y sin vocación de trabajo ni responsabilidad, la Administración pública, para colocar a sus afines. Eso sí que sobra, pero una gran parte son gente honrada que se deja la piel en sus responsabilidades y sin que la burbuja económica los alzara en la cresta de la ola ni les dejara un chalé para vivir ni nada de eso que consiguieron gracias a ellos muchos borricos venidos a más por la bonanza económica y que ahora les critican.
Alfredo J. Quintana, Lugones
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