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Lo siento, Majestad

7 de Marzo del 2010 - Inés Morán Álvarez (Oviedo)

Por tanto, mando a todos los españoles, particulares y autoridades, que guarden y hagan guardar esta ley orgánica.

Con todo mi respeto hacia usted, Majestad, y puesto que soy española, uno de los españoles a los que usted manda acatar esta ley, debo declararle que no puedo obedecerle. Nadie, ni tan siquiera usted, tiene autoridad sobre mí para hacerme cumplir esta ley, porque ésta es una ley radicalmente injusta.

Yo... ¿Que quiere que le diga?, le respeto. Sin embargo, no puedo respetar su actitud firmando esta ley, y mucho menos el silencio que ha guardado con respecto a ella, dando la apariencia de que la respalda y está de acuerdo con ella.

Yo no puedo guardar silencio ni acatarla. ¿Por qué? Porque me avala mi condición humana a la que me debo para defender la vida de los que tienen tanto derecho a vivir como usted y como yo, pequeños seres humanos inocentes sentenciados a morir injustamente.

Yo no puedo admitir que se me obligue y se obligue a los demás- a masacrar seres humanos indefensos a los que se desintegra y tortura en función de intereses egoístas de muy distinto tipo.

Yo no puedo admitirla porque tengo corazón humano que se conduele del dolor ajeno, máxime cuando se trata de seres desprotegidos que no pueden defenderse por sí mismos ni escapar de un sufrimiento infringido sin compasión.

Yo no puedo porque el sentido común me dice que es vida humana tanto a las catorce semanas de gestación como a las veintidós, como a las treinta y seis.

Yo no puedo obedecerle porque para eso tendría que mirar para otro lado, privando de mi ayuda a quienes necesitan de mi voz esperando en su inocencia mi socorro.

Yo no puedo porque me resisto a caer en la esclavitud de ponerme de lado de los negocios abortistas, crueles negocios de inmensos beneficios económicos.

Yo no puedo porque no quisiera verme en el lugar de esos inocentes despreciados, a los que se les ha arrebatado por capricho y egoísmo de sus derechos humanos.

Por esto y por mucho más Majestad, siento disentir de usted. Por encima de toda ley y de todo mandato está la justicia, y no es justo lo que se hace con nuestros pequeños seres humanos aún no nacidos.

Lo siento Majestad, lo siento sinceramente.

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