¿Y a ti quien te premia, querida Asturias?
Asturias volverá un año más a ser portada estos días en todos los medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales. Esta vieja y noble tierra volverá a ser noticia de primera, noticia destacada sobre cualquier otra. Pero no lo será porque nuestra región esté a la cabeza en desarrollo industrial, ni en la creación de puestos de trabajo, ni porque nuestro sector primario sea de los más competitivos de Europa, ni porque nuestras queridas cuencas mineras tengan asegurado, allá abajo en lo mas profundo de sus entrañas, un puesto de trabajo a los pocos mineros que aun nos quedan en pie. Asturias tampoco abrirá estos días telediarios ni portadas de periódicos porque nuestra industria siderúrgica anuncie la creación de nuevos puestos de trabajo, más bien todo lo contrario. Ni tampoco seremos noticia destacada porque nuestros hombres de la mar, nuestros pescadores, vayan a tener garantizado por muchos años la supervivencia del sector, puesto que las políticas comunitarias así nos lo vienen indicando últimamente. Tampoco el nombre de Asturias abrirá estos días telediarios y portadas periodísticas para anunciarnos la llegada de la tan esperada alta velocidad a esta tierra, ese tren de los sueños y las ilusiones, que rompa el secular aislamiento de Asturias con el resto del país.
Nada de todo esto será importante estos días en nuestro Principado. Este fin de semana hay algo mucho más importante, más trascendental, con mucho más fundamento para estar de fiesta. Nuestros Reyes, esos abucheados por unos y aclamados por otros, llegan un año más a esta noble tierra para hacer entrega de los mundialmente conocidos y reconocidos Premios Princesa de Asturias. Unos galardones que premian a las más distinguidas, sabias y nobles personalidades de todo el mundo, en los distintos ámbitos de las ciencias, la cultura, el arte y los deportes.
La alfombra azul se extenderá nuevamente ante la regia fachada del Teatro Campoamor de Oviedo, y sobre ella desfilaran Reyes, políticos, banqueros, empresarios y lo selecto de la sociedad, tanto asturiana como española. Desfilarán erguidos, con paso firme y majestuoso; pero en esos momentos de "gloria" nadie se acordará de nuestra Asturias agonizante. Estos días no toca hablar de ese tema, mejor ignorarlo; mejor que el mundo no se entere de nuestro declive y agonía.
Los asturianos escucharemos profundos y difusos discursos. Frases sesudamente preparadas para tan trascendental evento. ¿Pero, y de ti, mi querida y olvidada Asturias, de ti, quien se acuerda? ¿No mereces tu, mi tierra amada, ningún reconocimiento, que premie el sacrificio, el trabajo el esfuerzo y la valentía de tus hombres y mujeres, esos que cada día luchan, desde la ría del Eo hasta la de Tina Mayor, desde Cudillero, a las orillas del Bravo Cantábrico, hasta las cimas del puerto de Somiedo, por mantenerte viva en esta España convulsa, en la que tampoco solemos pintar los asturianos.
Asturias, siempre generosa, siempre humilde, siempre dando lo mejor de si misma, sin pedir nunca nada a cambio.
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