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Hay que cambiar el sistema económico

18 de Octubre del 2018 - Tomás Garcia Álvarez (Gijón)

Cuando el problema de la carestía de la energía pasa de los hogares más desfavorecidos, a las medianas o grandes empresas, se demuestra una contradicción más de nuestro sistema económico.

Saben quién y cómo se determina el precio de la energía y las tácticas y estrategias políticas que se utilizan para ello. Sirvan como ejemplos: a) la privatización del sector energético, b) la composición de los consejos de administración de sus empresas, repletos de ex-políticos y c) finalmente el afamado y espero que derogado por fin: "Impuesto al Sol".

Nuestra "mente nacional", es decir, el pensamiento comunitario, tiene asumido al menos tres principios, a saber:

Que cada empresa debe perseguir el máximo beneficio, dogma que asume la mayoría.

Que el mercado debe ser libre, sin normas sociales ni intervenciones estatales.

Y que la competitividad prime sobre la colaboración

Pues con estas ideas, Alcoa deberá cerrar porque el oligopolio energético nacional debe seguir ganando más cada año, primer principio de nuestro sistema económico a cumplir, amén de otros intereses particulares del poder.

No puede uno razonar debidamente esos tres principios sin que aparezcan burbujas sectoriales, empresas supranacionales que pasan por encima de los gobiernos nacionales, ya no digo nada de los autonómicos, ni se ven. Dando lugar a la creación de oligopolios como el energético o grandes empresas que absorben a las que van dejando por el camino a causa de la competitividad, convirtiendo cada sector en monopolios u oligopolios y de esta forma estableciendo precios altos de sus productos y bajos costes (salarios y materias primas) a fin de perseguir el máximo beneficio, sin cortapisas ni intervenciones, prohibidas por el segundo principio, el de la libertad del mercado.

Ya no Alcoa que bastante perjudicará su cierre a Asturias en particular, sino las miles de familias que pasarán frío este invierno, los alquileres incontrolados (libertad de mercado) que impedirán la vivienda digna, la enseñanza con la aplicación del Plan Bolonia para quien pueda pagarse el máster, si no eres Casado y te lo regalan, claro.

La corrupción política también tiene su trasfondo y justificación en nuestro sistema económico, para conseguir el primer dogma se utiliza cualquier medio: "las cuñas a políticos", luego, detrás de cada político corrupto hay un empresario corrompedor para conseguir sus legítimos fines 1, 2 y 3 mencionados. De esta corrupta forma echan fuera la competencia "compiten", no admiten normas en el mercado ni cortapisas ni intervenciones administrativas y obtienen el máximo beneficio. Se conjugan, en fin y perfectamente, sus dogmas con la actual actitud empresarial.

En la sanidad ya es impensable que una empresa con esos principios acceda a prestar servicio a una comunidad determinada. La ventaja de la empresa pública frente a ella es enorme, porque no tiene que cumplir sus dogmas, ese beneficio que persigue la empresa privada se queda en dar más y mejores atenciones y fomentando la colaboración se fortalecerá el sistema sanitario en lugar de competir deglutiéndose unas empresas, las más fuertes, a otras, las más débiles. Finalmente con unas normas éticas de comportamiento, la atención sanitaria mejora, no habrá por tanto, libertad de mercado en sus intercambios de bienes y servicios, con lo que se conseguiría un mayor bienestar social, pero un nulo o muy pequeño beneficio empresarial. Cuestión que no se acepta por la oligarquía reinante.

Así las cosas hay que meditar profundamente a quien vamos a votar, porque hay actitudes político-económicas que hay que botar, claramente. porque perjudican seriamente la salud del bienestar social y hasta la dignidad de los españoles.

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