"Nuestra tarea: poner corazón en un mundo que parece lo perdió"
Amigos, os presento el resumen de lo tratado por los presidentes diocesanos del Movimiento Junior de Acción Católica reunidos en Madrid el 22 y 23 de septiembre de 1973: “La vida y el derecho a la vida han sido continuamente erosionados por las guerras, los terrorismos, los homicidios, duelos, torturas, etcétera... Y la erosión se continúa y agrava en el sida, la droga, la violencia en el deporte y espectáculos masivos, la especulación, la adulteración de alimentos, la negligencia, muchas veces, incluso sanitaria, los accidentes laborales y de circulación, los riesgos de ciertas energías, las catástrofes “no tan naturales” y la pobreza que mata de hambre y desesperación. Todos estos actos contra la vida denuncian un sistema de vida, incapaz de dar una razón y una oportunidad para vivir... a todos. Mientras la mayoría de la Humanidad carece de medios de vida y apenas si tienes esperanza de vida, una minoría privilegiada –¿civilizada?– que dispone de todos los medios de vida, está enfrascada en disponer también de medios para dejar de vivir o para no dejar vivir. A la discutida –y discutible– mentalidad que legitima la interrupción de la vida antes de nacer hay que añadir la de interrumpir la vía antes de morir, e incluso la de justificar la interrupción de la vida en cualquier edad como precio “del desarrollo, la modernidad o el progreso...”. ¡Qué absurdo! ¡La gran vida, el sueño de todos los inquilinos de la sociedad de bienestar, es la sentencia de muerte de todos los desahuciados confinados en las reservas del Tercer Mundo. La discriminación por la sinrazón de la nacionalidad, legitimidad por las leyes de inmigración del mundo desarrollado, está causando más víctimas inocentes que todas las inquisiciones, racismos o machismos de la historia. Resulta, sobre todo, sospechoso el interés que demuestran los países ricos por conservar la Antártida o los bosques tropicales, cuando no manifiestan igual interés por conservar la vida de millones de hambrientos en la Tierra. Hay que apreciar la naturaleza, sin olvidar que la vida humana sigue siendo la parte más valiosa de la naturaleza. Nos dijo el Papa San Juan Pablo IIen la “Centessimus Annus”, n.º 36 y 37: “El hombre, impulsado por el deseo de tener y gozar más que ser y crecer, consume de manera excesiva y desordenada los recursos de la tierra y su misma vida” y añade: “... la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la unión con los demás hombres para un crecimiento común son los elementos que determinan las opciones de consumo, de los ahorros y de las inversiones”. Así nuestra tarea es poner corazón en un mundo que lo perdió. Recordando a José María Pemán, a mis 17 años escribí: “Tras los honores no voy –la vida es una tirana–, al que deshonra mañana. El Tesoro del corazón.... –lo guardo porque es– pero he de morir confiando –en que se lo llevo entero– al Señor que me lo ha dado.
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