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Un saludo: amigos censores

24 de Octubre del 2018 - José Viñas García (Oviedo)

Cuando un medio de comunicación aplica la censura se está inmolando, cómo perdonando así mismo el estar vendiéndose al mejor postor o al poder establecido.

Todo comienza poco a poco, con variadas causas. La más comprensible si así merece llamarse sería la necesidad de supervivencia en tiempos de gran competencia con las nuevas tecnologías, donde ese mejor postor se adueña de la empresa y se convierte por arte de magia en redactor jefe, director general y quien marca las líneas a seguir de la editorial. Todo eso, no pueden sus trabajadores denunciarlo, está su puesto de trabajo en juego. Si vieron este día el reportaje de Chicote sobre el abuso a los dependientes en algunas residencias de ancianos, verían que, quienes con más ahínco defendían el buen cuidado y comida de esa residencia eran las propias trabajadoras siempre con toda seguridad pensando en su puesto de trabajo, que luego pudimos comprobar al cambiar de opinión una de ellas, la que más protestaba defendiendo a la directora. ¿Por ese cambio tan radical? Quizás por remordimiento de conciencia, o por miedo a que todo saliera a la luz y ella estuviera implicada en un delito de abuso a los más indefensos de esta sociedad. El ejemplo es claro, los trabajadores cuando penden de un hilo y no se les protege desde los poderes del Estado, están casi obligados a aceptar entre un trozo de pan y el hambre. ¿A que llegamos verdad, con esa reforma laboral del PP? Un trabajador tiene que estar protegido por Ley, donde el dueño, amo, director, patrón, jefe o dictador tenga claro que si toma represalias contra quien cumple con su código deontológico será fuertemente sancionado y qué ningún trabajador puede ser despedido sin causas justificadas ante jueces y tribunales.

Una empresa, no es del empresario, es del sistema que le permite crear riqueza para sí y para el entorno; los trabajadores son quienes aportan los productos a vender, los consumidores quienes compran esos productos, el empresario es uno más dentro de los beneficios que debe repartir equitativamente entre todos ellos: trabajadores con sueldos dignos, para los consumidores productos de calidad y para la administración que le facilita seguridad ciudadana y jurídica pagando impuestos en su justa medida. Despedir y cerrar empresas solo debería estar considerado cuando por unos años los balances de ganancias anteriores y las perdidas actuales, justifiquen que el negocio está quebrado. Los empresarios se hacen ricos, se apropian de los beneficios en tiempos de vacas gordas, y cuando vienen flacas reparten enseguida las perdidas entre los trabajadores despidiéndoles sin pudor para trasladar esa empresa a mejores lugares donde explotar mano de obra más barata. Tal competitividad, solo nos llevará a pelearnos por las migajas que nos suelten unos pocos.

Estamos pagando los años de gobierno de la derecha, lo dijeron bien claro Aznar y Rajoy, ellos están con las grandes empresas, banqueros y bancos. Un gobierno jamás debe gestionar para los ricos, ellos mismos se valen por sí mismos, si además tienen al gobierno y a los medios de comunicación a su favor, el sistema se descompensa hasta lo que vemos en la actualidad.

Hay que revertir todo: los trabajadores, dependientes, pensionistas, consumidores, pacientes... deben ser los protegidos por las administraciones. Lo diferente a esto, es un país de: amos y esclavos - señores y siervos - ricos y pobres - privilegiados y parados - abuso y sumisión - enchufe y listas de espera - censores y censurados... ¿Eso quieren? ¡Pues estamos muy cerca de caer en esta especie de democracia anacrónica al servicio de la influencia y el dinero!

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