Es difícil vivir en Figueras
¿Se imaginan vivir en medio de una fábrica de barcos? Es lo que se siente en el pueblo de Figueras desde que hace unos años la actividad del Astillero Gondán se comenzó a desarrollar también fuera del muro que, se supone, limita sus instalaciones. Imaginen no poder salir de su casa para ir a trabajar porque, sin previo aviso, su calle está cortada por un gran camión que lleva piezas al astillero. La única alternativa para llegar a tiempo, porque nunca se sabe cuánto tiempo va a estar ese camión ahí, es circular en dirección prohibida, como hace habitualmente el personal de Gondán. Esos camiones de gran tonelaje destrozan un camino que nadie se preocupa en arreglar. Imaginen no poder aparcar su coche de lunes a viernes en la calle, porque cada hueco está ocupado durante todo el día por los coches de los trabajadores de la empresa, convirtiendo el pueblo en el parking particular de Gondán, a pesar de que una norma obliga a la empresa a tener plazas de aparcamiento dentro de su recinto. Imaginen soportar constantemente el ruido del astillero, que empeora por las noches, hasta las seis de la madrugada. Imaginen que aun con todas las puertas y ventanas cerradas, su casa se llena de residuos metálicos procedentes del “chorreo” de los barcos. Residuos que además de impregnarlo todo, ustedes estarían respirando durante las semanas que dura esta actividad. Imaginen que cada vez que se pinta un barco, la fachada de su casa, su coche y todo lo que esté en su jardín aparece completamente cubierto por gotitas de pintura. Imaginen estar dando un paseo en lancha por la ría (Reserva de la Biosfera) y atravesar una gran mancha de pintura. Imaginen no poder disfrutar de su jardín porque el enorme brazo de una grúa pasa por encima. Llevamos años presentando quejas ante la empresa, el Ayuntamiento y el Principado, pero nadie hace nada. El título de “Reserva Natural” sólo es un adorno, pues ninguna Administración controla la contaminación que provoca Astilleros Gondán en la ría y en el aire de la zona con residuos de hierro, plomo y pintura.
Parece que con esta empresa se hace la vista gorda, mientras que otros negocios deben cumplir las normas y se ven perjudicados por los excesos del astillero. En el coto de Figueras parece que todo vale, pero en el siglo XXI no podemos permitir usos (y abusos) propios de otras épocas.
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