¿Se cumple con la Constitución?
Tal como viene transcurriendo la vida –sorpresa tras sorpresa– en la España de los últimos años, y perplejos ante la magnitud de algunos reiterados disparates, es razonable plantearse la pregunta que figura en el epígrafe. No es una cuestión exclusiva para abogados y magistrados, que ciertamente podrían estar especialmente interesados, y que con toda seguridad hilarían mucho más finas respuestas. Es una pregunta dirigida al común de los ciudadanos, que con información técnica más modesta no pueden ni deben desinteresarse del tema, porque la Carta Magna es base de toda la convivencia social de la nación, y tenemos que conocerla todos –al menos en sus líneas fundamentales– para poder coexistir en un ambiente de paz y de progreso verdaderos.
¿Orden o caos? ¿Respeto mutuo o abuso y desfachatez? ¿Trabajo digno para todos o paro y desempleo, sólo aliviados con ayudas miserables? ¿Educación y formación competentes o gratificaciones desincentivadoras para contentar a los “ninis”? ¿Fronteras controladas o pasos con desmadres diarios? ¿Atención a la Sanidad nacional o promoción de un “turismo sanitario” internacional? ¿Democracia ponderada o demagogias y populismos desatados e inabarcables?
Estamos en un momento en el que ya se vislumbran y preparan cercanas elecciones, en los ámbitos locales, autonómicos y nacional, y el ciudadano medio, que yo acostumbro a llamar Juan Español, debe formularse estas preguntas, y releer o leer la Constitución vigente (de 1978), y contrastar lo que se dice en los diversos medios de prensa acreditados, y en las redes informáticas públicas especialmente manipuladas con las facilidades que otorgan el anonimato y la irresponsabilidad personal, así como el barullo de noticias deformadas y sugerencias sutilmente cocinadas con salsas de interés.
Cuba, Nicaragua y Venezuela llegaron a su penosa situación actual por esos siniestros caminos. Cometeríamos una grave y trascendental equivocación si creyéramos que estamos inmunizados ante los mismos infecciosos peligros, por el simple hecho de estar integrados en Europa. La crisis de Grecia es suficientemente expresiva. La aventura del Brexit, que nadie sabe aún cómo acabará, deja mucho que pensar sobre la engañosa estabilidad de la UE. Queda por ver lo que le puede suceder a Italia, que –cuando menos– ha patinado lamentablemente en las formas diplomáticas.
Procede que nos preguntemos esencialmente por nuestras manifiestas incoherencias entre lo que se postula en la Constitución española y lo que vivimos a diario: ¿son tratadas equitativamente todas las autonomías? No parece: Cataluña y Valencia tienen déficits verdaderamente privilegiados, como es bien sabido. ¿Se consiguen votos de diputados de partidos minoritarios para la aprobación de presupuestos o de leyes oportunistas? ¿Se respaldan debidamente a los funcionarios de instituciones nacionales como la Judicatura, las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad en el ejercicio de sus delicadas misiones? ¿Se hacen respetar y honrar debidamente símbolos tan esenciales como la bandera nacional y la corona? ¿Cómo se explican el registro público y la existencia de partidos políticos, tan descaradamente incompatibles con la Constitución, como los que se autodenominan “republicanos”, cuando nuestra Constitución es monárquica? En Francia no se admiten partidos monárquicos porque su Constitución es republicana, y en Alemania tampoco a los nacional-socialistas como los “nazis”. Ustedes mismos podrán formularse otras muchas preguntas similares. Háganselas y quedarán sorprendidos.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo