História apócrifa, en verso, de la sidra
Coplas sobre el origen de la sidra:
Nuestra sidra natural,
porque Dios así lo quiso,
proviene de aquel manzanu
que puso en el Paraíso.
Allí estaba Adán, solitariu,
viviendo "ancha es Castilla",
cuando en esto, en un descuidu,
Yahvé le extrajo una costilla.
De la costilla creo Dios a Eva,
que Adán recibió con emoción,
pero, como todo tiene un preciu,
les puso una condición.
De todo aquí podéis comer,
nada hay que sea malu,
a excepción de esi manzanu
que no debéis ni tocalu.
Respetando aquel mandatu
vivieron tiempos felices,
pero aquella prohibición
les tocaba les narices.
Para colmo una serpiente,
que por aquel llugar andaba,
no cejaba en convencerles
que no les pasaría nada.
Se pusieron a meditar,
y, por eses coses de la vida,
decidiéronse a probar
aquella fruta prohibida.
Fue un acto de soberbia
inherente al ser humano,
aquello que tenían vedado
lo cogieron por la mano.
Y así, con gran emoción,
se entregaron al placer,
y lo tomaron con tal gusto
que no paraben de comer.
¿Cómo Adán no iba a pecar,
con tal tentación presente,
con el ofrecimiento de Eva
y con su Creador ausente?
"Fartucos" ya de manzanes,
y ya la cosa sin remediu,
no tuvieron más opción
que poner tierra por mediu.
Cuando abandonaron el Edén,
por cierto de mala gana,
Adán tuvo la ocurrencia
de machacar la manzana.
Dicen que recogió el zumo
y lo vertió en una "hidra",
lo dejó un tiempu reposar
y al bebélu exclamó: ¡sidra!
Al tener que trabayar,
y abordar dures faenes,
a la sidrina Adán recurría
pa curar toes sus penes.
Cuando feneció Adán,
con muches coses pendientes,
dejó como legado la sidra
pa todos sus descendientes.
Y así empezó la historia
de esta bebida tan sana,
la que todos conocemos
como sidrina asturiana.
Por su divina procedencia,
la sidra, entre otres coses,
también ye conocida
como manjar de los dioses.
¿Cómo imaginar que esta bebida,
con la que la xente tanto celebra,
tuviera su humilde origen
en la tentación de una culebra?
Bautizos, bodes, comuniones,
todo se hace en los llagares,
junto con gaita y tambor
y entonando unos cantares.
Que la sidrina ye muy buena,
está en el acervo popular,
y hay algunos que aseguran
que hasta males puede curar.
Ye alegre y bullanguera,
y, tomada con moderación,
no se sube a la cabeza
y es fuente de inspiración.
Sólo queda por decir, pa terminar,
que estas coplas, sin malicia,
no tienen más intención
que divulgar la noticia.
C.D.F. (Tantino)
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