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Ponte el lazo verde de la esperanza

1 de Noviembre del 2018 - Juan Carlos Solís González (Oviedo)

En el año 2009 me diagnosticaron un cáncer de próstata. Desde entonces mi vida está ligada a esta enfermedad, pues, desgraciadamente en mi caso, no me he curado y la medicina me ha convertido en un enfermo crónico de cáncer.

Quiero hacer pública mi situación porque cuando se habla de estadísticas de curación de esta enfermedad sólo nos fijamos en aquellas que permiten a los antiguos enfermos decir eso de “yo me curé del cáncer”. Por desgracia, también está la otra parte del porcentaje a la que nadie le gusta pertenecer y del que nadie se acuerda para que pueda dar su testimonio. Por lo tanto, he de decir que “yo no estoy curado del cáncer”, con todo lo que este mensaje conlleva y afecta en todos los sentidos (familiar, profesional y personal), si bien me gustaría rematarlo con un “de momento”.

Creo que soy afortunado de vivir en un país con la mejor sanidad del mundo, y lo digo yo, que hago bastante gasto. Los medios farmacológicos y hospitalarios son de lo más avanzado y, por supuesto, contamos con los mejores humanos, a los que no tengo más que agradecimiento y reconocimiento por su alta profesionalidad. Sólo pido por favor que se investigue mucho y rápido sobre este tema.

El gran problema del cáncer de próstata es que lo padecemos los hombres y por nuestra educación no lo compartimos, preferimos padecerlo en el anonimato, lo cual es un gran error, creo yo, pues los problemas compartidos siempre son más llevaderos, y si estuviésemos organizados podríamos levantar nuestra voz contra unos tratamientos que para nosotros son traumáticos y castrantes. También pediría algo de ayuda a las organizaciones y fundaciones que existen de enfermos y lucha contra el cáncer, para que asuman el reto de crear un grupo de pacientes de cáncer de próstata, activo y participativo.

Es importante hablar de los efectos adversos o daños colaterales que todos los tratamientos tienen, y en nuestro caso es inevitable que comentemos, entre otros, la impotencia. Tema tabú. Los hombres no queremos hablar ni reconocer este problema, un detalle que no nos ayuda nada a luchar contra los efectos de la enfermedad. También hay que mencionar la incontinencia. Siempre me llama la atención cómo es posible que no exista publicidad de estos artículos para la higiene masculina. ¿Los podré comprar con el IVA reducido?

La fatiga, problemas de aprendizaje, pérdida de memoria, depresión o envejecimiento prematuro son algunos de los efectos ocasionados por los tratamientos y la propia evolución de la enfermedad. Unos de muchos otros, pues a medida que la enfermedad se alarga los tratamientos son más agresivos y también sus secuelas. Sin embargo, no son motivos suficientes para que podamos acceder a unas jubilaciones anticipadas. En nuestro caso anticipadas al deterioro de nuestra salud, para poder disfrutar de la vida cuando aún podemos.

Somos unos pacientes que pasamos inadvertidos, como si no existiésemos, para los que, por ejemplo, no se cambian de color las fuentes, no se hacen carreras ni se alcanzan altas cimas, nadie da la vuelta al mundo o se queda más cerca de nosotros. Tampoco hacen ejercicio físico ni programas específicos en los gimnasios ni se organizan talleres de nutrición y/o dietéticos. Algunos médicos de cabecera no saben qué hacer con nosotros y lo del bigote sigo sin entenderlo del todo.

Salgamos de nuestros armarios de una vez y dejemos de ser invisibles para la sociedad, pongámonos un lazo verde para que se nos reconozca por la calle y hablemos sin miedo, y nos juntemos, nos organicemos y peleemos por nuestra salud, la nuestra y la de las siguientes generaciones.

Mi agradecimiento especial a mi familia y amigos por su afecto y comprensión y muy particularmente para mi mujer, Ana.

Ponte el lazo verde de la esperanza por nuestra curación.

Juan Carlos Solís González

Oviedo

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