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Tosca anticomunista

6 de Noviembre del 2018 - Víctor Manuel Ares Piñeiro (Avilés)

A mis cuarenta y nueve años, y con muchos kilómetros, vivencias e incluso sinsabores como músico "pisapraos", que se dice en la profesión, o "de la legua", como suele calificarme un querido amigo, ya debería estar curado de espantos. Pero si hay algo que toda esa experiencia personal y profesional me ha enseñado a lo largo de esos años, es el hecho de que siempre habrá algo o alguien que conseguirá sorprenderme -evidentemente para mal-, despreciando a otros seres humanos, erigiéndose en paladín de verdades absolutas que solo él tiene el privilegio de vislumbrar, tergiversando hechos e historia , para manipularlos a su libre albedrío con el único fin de "desenmascarar" lo odiosos, ruines y asesinos que son "todos aquellos que no son él", "todos aquellos que no representan lo que él es, o lo que le gustaría llegar a ser"; en definitiva: "todos aquellos hombres y mujeres que son y simbolizan las idea que desprecia, odia y detesta".

Pues bien, heme aquí que tal día como hoy, leyendo su periódico, me encuentro con una de esas desagradables sorpresas a las que me refería en el párrafo anterior, en forma de "Artículo-Reportaje Cultural/Musical", maquetado, como la ocasión lo requiere, a página completa: que no se diga que no nos interesa la cultura -bueno, ¡y qué narices!, que la ocasión y el tema a tratar bien que lo merece-. ¿Y cuál es el asunto del susodicho artículo? Pues, ahí es nada, la "audaz" e "interesantísima" propuesta escenográfica de la "Tosca" de Giacomo Puccini, que se representará próximamente en el teatro Campoamor.

He de reconocer que a medida que leía el artículo en cuestión, vinieron a visitarme una buena retahíla de profundos sentimientos, y si he de ser sincero, el sentimiento de indignación es el único que puedo dar a conocer públicamente, sin caer en vulgarismos, o peor aún, sin dar pie a que alguna institución o asociación jurídica se querelle contra mí por amenazas o delito de odio, que es algo que últimamente está muy "de moda". Pero como me considero una persona "racional", que gusta de analizar las cosas mediante el pensamiento crítico, no pude menos de reconocerme a mí mismo lo absurdo de mi indignación. A fin de cuentas, ¿qué es lo que esperaba? ¿Qué narices puede esperar uno de esta "Cultura"clasista, elitista, de tan baja calidad y tan alta podredumbre ideológica? ¿Acaso a la representación de esta ópera se puede permitir el lujo de acudir alguien que no esté al ciento por ciento de acuerdo con lo que en la escenografía de la misma se plantea y defiende como "Verdad Absoluta"?

No, evidentemente que no, el mismo precio que tienen las entradas de este tipo de espectáculos está estipulado para evitar, en la medida de lo posible, que nadie que no tenga un cierto "estatus" económico y social, pueda acudir a ellos, no vaya a ser que la "inmunda plebe" acabe llenando los teatros, o acudiendo a la ópera o a los conciertos de música clásica tras salir del trabajo, como ocurría en esos asesinos países comunistas. Eso sería impensable, ¿a dónde iríamos a parar? Acabaríamos consiguiendo que los hijos del proletariado acabaran siendo grandes artistas o virtuosos instrumentistas, como ocurría en esos asesinos países comunistas...

Y fue en ese preciso instante cuando recordé quien soy, hijo de obrero, nieto de obrero, asesinado por ser sindicalista -irónicamente, a la salida de un teatro, tras una reunión del comité de gruistas en el puerto de La Coruña-, en esta España necia, zafia y olvidadiza, que ensalza y vanagloria, a través de los voceros de la "verdad democrática, liberal, capitalista y profundamente inhumana" que son los medios de comunicación, esas verdades absolutas que machaconamente promulgan día sí y día también. Que la música es Operación Triunfo, que sin las multinacionales discográficas, o sin la Sociedad General de Autores, la música no existiría; que, si existe y continúa existiendo, es gracias a que todo ese engranaje económico y empresarial funciona y está bien lubricado. Que el "ARTE", así en mayúsculas y con pompa y circunstancia es "Arco", que el teatro ya no es como era, entre otra razones porque ya no se hacen comedias como las de Alfonso Paso, y qué existe una música "culta", que solo se puede y debe ejecutar en templos musicales como el Campoamor, dónde a los artistas se les permite, con total libertad, dejar constancia de lo malvados que eran los "Rojos", pero que olvidan -o mejor dicho, no olvidan en absoluto, pero se cuidan muy mucho de mostrar- de que esas mismas personas, partidos políticos e instituciones que ensalzan y defienden como "adalides" de la democracia y los derechos cívicos, son exactamente las mismas personas, partidos políticos e instituciones que promueven y defienden los centros de internamiento de refugiados; que son exactamente los mismo que califican a los seres humanos en "seres humanos legales" e "ilegales"; que son los mismos que defienden que si no te puedes pagar la hipoteca de tu casa, el banco tiene el legítimo derecho de echarte a la calle; que son los mismos que abren causas judiciales por blasfemar, o que enjuician y condenan a un puñado de personas como terroristas por una simple pelea de bar, o que persiguen a raperos por dejar constancia en sus letras de hechos ciertos y demostrados por esos mismos poderes políticos y judiciales, etc., etc., etc.

Y sí, es cierto, soy comunista. Y cuando en el Campoamor suene esta versión de "Tosca", y el público asistente aplauda a rabiar la "valiente" puesta en escena planteada por el bueno de Arnaud Bernard, yo escucharé la versión que tengo en casa, en CD, y si la indignación tiene a bien venir a visitarme entonces, recordaré que con un altísimo grado de probabilidad, dentro del Campoamor no habrá nadie con quien yo me pueda sentir identificado: no habrá ninguno de los seres humanos recluidos en alguno de los campos de internamiento para migrantes que se reparten por nuestra maravillosa y democrática Europa, ni habrá ningún palestino/a, o sahariano/a, de esos que diariamente masacran sin que a nadie le importe demasiado, los democráticos estados de Israel y Marruecos, ni habrá ninguno de los mineros o trabajadores de Alcoa, Cristalería o Arcelormittal que a día de hoy viven con la espada de Damocles del desmantelamiento de sus puestos de trabajo, ni habrá ninguno de los muchos auto-empleados que a día de hoy intentan sobrevivir como buenamente pueden en esta maravillosa y democrática Monarquía Parlamentaria.

Y es que esa ha sido, es y será por siempre la eterna lucha y tarea de los y las comunistas, luchar por y junto a toda esa gente que no va a acudir a la representación de "Tosca" en el Campoamor, y menos mal, porque dentro de dicho teatro, con casi total seguridad, estarán algunos de los artífices o promulgadores de que peligren todos esos puestos de trabajo, aplaudiendo a rabiar como se deja en evidencia y con verdades "contrastadas" a toda esa caterva de "comunistas" homicidas.

Para finalizar, invito desde esta humilde misiva, al bueno de Arnaud Bernard, a la Prima Donna Ekaterina Metlova y al Tenor Arturo Chacón, así como a cualquiera de los participantes en tan memorable representación, a acudir a la próxima concentración de trabajadores de Alcoa, a que vayan allí y les demuestren su apoyo incondicional, estando a su lado y haciendo suyas sus reivindicaciones laborales. Estoy completamente seguro de que, si se ponen en contacto con el comité de empresa, los trabajadores estarán encantados de informarles puntualmente de los horarios de las movilizaciones. Y a una mala, pueden ponerse en contacto conmigo, que también les podría hacer llegar dicha información, para así poder contar con su inestimable presencia, porque, aunque ustedes no sean comunistas, les prometo que ni yo ni nadie de los allí presentes les va a espiar, encarcelar o torturar, de verdad que no. De comunista a no comunistas: ¿podemos contar con su presencia?

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