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¿Por quién doblan las campanas en Caso?

5 de Noviembre del 2018 - María del Carmen Inés Fuenteseca (xxx)

Carta a Eloy Gaspar Diego González. Orlé

Querido Gaspar: me siento en la obligación de escribirte esta carta y “rescatarte” por un rato de las verdes praderas que habitas desde hace algunos años; ya sabes que lo nuestro es como en el Cantar de los Cantares…, “el amor es más fuerte que la muerte”. Me consta que sigues cuidando de nosotros, seguro que a la sombra de esos árboles tan queridos de tu Caso. Cuando está reciente el programa del Sr. Calleja “Volando voy”, en el que vimos desde el aire esa maravilla de paisaje, esa frondosidad sublime que nos emocionó, trabajo de muchas generaciones de casinos que lograron convertir su tierra en un edén llamado Parque Natural de Redes, me veo en la penosa situación de contarte que la realidad no es lo que parece.

Nos decías que la carretera de Caso a Orlé, Bueres y a la Collada de Arnicio era una de las maravillas del concejo con esos viejos castaños jalonando ambos lados del camino, hasta convertir el trayecto en una especie de vereda mágica cargada de belleza y que, muy al final, nos permitía descubrir súbitamente Orlé, tu amado pueblo, precioso, fantástico, acurrucado entre sus montes y su pródiga vegetación. Qué decirte de nuestros paseos vespertinos hasta Bueres, disfrutando de la presencia de ardillas, descubriendo las madrigueras de los zorrillos, topándonos con algún jabalí o viendo un venado en el extremo de un prado donde siempre suele aparecer, y cómo nuestros hijos iban, a su vez, amando la fauna y la flora privilegiadas del entorno o nos quedábamos pasmados observando “peñerarse” a las águilas; era perfecto, la carretera estaba adornada de cerezos, robles, castaños, fresnos, avellanos y florecillas por doquier como en una sinfonía perfecta, un canto a la armonía, nos sentíamos sanados, felices entre tanta belleza gratuita que transitábamos con admiración y respeto.

Durante años, soñamos con una carretera “digna” que comunicara Caso con la Marea, es decir, con Orlé, Bueres, la Collada de Arnicio y Tozu, para seguir a Piloña; en definitiva, una vía de acceso segura, de dos sentidos, reivindicando como condición un buen firme y posiblemente dos metros más de ancho del actual. Nada hacía presagiar que la historia sería poco considerada con todos. Hace unos meses, se puso en marcha un proyecto de vial (fueron varios los intentos) que nos diera garantías de seguridad para todos los usuarios, que vemos cómo año tras año nuestros coches se deterioran por unos baches que son auténticos cráteres. Hasta aquí todo bien, nos informaron de expropiaciones forzosas, a las que en nuestro caso no pusimos ninguna pega, se trataba de un beneficio para la comunidad y hay que colaborar en la medida de lo posible, especialmente por la seguridad de los conductores y mejora de los accesos; tú estarías plenamente de acuerdo y nosotros seguimos tu estela. No obstante, hace unos meses, empezamos a ver cómo nuestra “vereda” de Caso a Orlé se volvía más escasa y eso nos puso en guardia (¿tala sostenible?), pues no acertábamos a distinguir las balizas de madera que marcan las expropiaciones. La vereda ha sido casi cortada de forma inmisericorde, al igual que se está haciendo con el tramo Orlé-Bueres. Decenas de castaños y fresnos caen bajo el hacha sin que oficialmente se informe de que estamos en un Parque Natural, Reserva de la Biosfera, donde cada árbol es un tesoro y merece un gran respeto, ya que nuestros antepasados así lo decidieron. Hay un silencio preocupante, pero esta deforestación se está realizando para dar un ancho de carretera de montaña, inusual, casi de autovía, incluso peligró la casa de un vecino de Orlé, y los puentecillos de los arroyos serán convertidos en viaductos. Te quedarías de piedra si supieras que entre los cometidos de este “proyecto” está el quitar las curvas. Los prados están atravesados y partidos en dos por cientos de estacas que informan de la debacle que se prolonga por los montes y cierres de forma despiadada.

De Caso a Bueres, Arnicio, Tozu, Piloña… no hace falta un vial de estas dimensiones desproporcionadas, los vecinos reivindicamos una carretera, repito, “digna”, con buen pavimento y unas cunetas sin más. Si esto lo ven en Suiza, Austria o Francia, se echarían las manos a la cabeza: convertir las carreteras de alta montaña con un gran potencial turístico en lo que se está fraguando aquí no tiene nombre…, o si lo tiene, posiblemente es el resultado de no haber plantado nunca un árbol y desconocer la historia de sus habitantes. Es cierto que cuando se hace un vial hay daños colaterales, pero deben ser los mínimos(*). Los vecinos de Orlé están espantados, supongo que el resto también, las expropiaciones en este caso se han convertido en destrucciones sin vuelta atrás, sin respeto, sin sensibilidad y todo acontece dentro de un Parque Natural y en silencio… ¿Qué sucede con el tan redicho impacto ambiental, la sostenibilidad o el cambio climático? ¿Qué les vamos a decir a las generaciones venideras?

Me animo a contarte esto porque paseando hace una semana con nuestra hija Carmen de camino a Bueres noté que lloraba y no levantaba la vista del suelo, le pregunté si estaba bien y me respondió: “Estoy muy triste, mamá, no quiero mirar a los lados para no ver esta catástrofe que nos rodea…”, entonces en silencio nos cogimos de la mano y nos fuimos despidiendo de los árboles que fueron nuestros amigos durante años y que te vieron a ti, Gaspar, crecer y jugar con tus vecinos, y a tus seres queridos. Los castaños, fresnos y avellanos rebrotan, quizás estemos a tiempo de “frenar” esta sinrazón entre todos. Apelo a la buena conciencia de los casinos, maravillosos y generosos, y a todas las personas de buena voluntad que quieran ayudar a dar voz a este problema, a comprobar “in situ” lo que acontece, para que podamos seguir dando un buen ejemplo de respeto al medio ambiente a nuestros jóvenes, y que esta vegetación exuberante no les sea sustraída de forma sinuosa, casi sutil.

El “argayu” de la primavera trajo a Caso desolación, pero también sirvió para demostrar la valentía y generosidad de sus gentes y de todo el mundo que se volcó en el problema, resuelto felizmente, pero la carretera de Caso a Bueres puede no tener solución, aquí el progreso tiene como contraprestación una destrucción del ecosistema ambiental con el agravante de ser en un Parque Natural como Redes, donde el Sr. Calleja dijo: “Es uno de los lugares más bellos del mundo”, y que ahora se torna amenazado injustamente.

También las “campanas doblan tristemente” por la iglesia de Caleao, una joya que ha sido “restaurada parcialmente” de forma bochornosa. A Caso hay que tratarlo con el respeto que se merece, su historia y su cultura atestiguan que estamos ante un concejo que es una joya de Asturias y que vive en los últimos tiempos en un puro quebranto. La iglesia de Caleao fue construida con el esfuerzo de sus abnegados vecinos y para ello, hace siglos, vendieron parte de sus brañas de Cotorgan al concejo de Aller. Seamos pues consecuentes con quienes hicieron la historia.

Gaspar, siento que no sean buenas noticias, como a ti te gustaría. Amabas a Caso y a sus gentes y ellos a ti. Nosotros queremos corresponder a todo el cariño que seguimos recibiendo de nuestros vecinos y de nuestros amigos casinos, dando un paso adelante, siguiendo tus consejos.

Estarás en nuestros corazones siempre. Te queremos.

María del Carmen Inés Fuenteseca

Eloy Gaspar Diego González ejerció como especialista en Neumología y Medicina Interna en el Instituto Nacional de Silicosis, en Oviedo. (+) 2000.

(*) En el trazado de la carretera desde San Martín de Teverga a Ventana se tuvo en cuenta de forma excepcional la conservación de su hayedo y que el impacto fuese lo más imperceptible posible, y se logró.

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