No quiero robar en España, ni a los españoles
España es hoy una estafa permanente, una escalera sin ascensor, con impuestos, muy difícil de subir para el contribuyente, sin la respiración asistida de familiares y amigos.
Para sonrojo y vergüenza de toda esta caterva de amigos de lo ajeno, turba cainita que promete bajar los impuestos a todos (menos a la mayoría), que nos ha saqueado y saquea, sin contemplaciones, en nuestras propias narices, una y mil veces, quería recordar aquí al histórico Francisco Alfar de la Mata (1959), natural de Madrid, y más conocido por el emocionante apodo de "El Llorón".
Este personaje fue un experto birlador de carteras en su propio beneficio, aprovechando las apreturas metropolitanas, y un claro ejemplo de lo que debe ser un estafador patriótico.
Detenido en el metro de Oslo por la Interpol, fue devuelto, vía aérea, a Barcelona. En cuanto tomó tierra en el aeropuerto del Prat, henchido de hispánico orgullo, declaró que cuando recobrara la libertad marcharía de nuevo al extranjero. Literalmente afirmó: "No quiero robar en España, ni a los españoles".
¿Cabe mayor demostración de patriotismo que negarte, hoy, a robar en tu propio país, a los tuyos? ¿No les parece el proceder de "El Llorón", carterista profesional y excelente patriota, una conducta de interés nacional que debería ser imitada por todos los que nos saquean impunemente?
¿Se les ocurre algún caso de apego patológico al poder, como émulo de D. Francisco Alfar? ¿Algún político-ladilla (Phthirus pubis), tocándonos los dídimos de modo permanente?
Hermoso y romántico ejemplo el de este "carterista sin fronteras", que deberían grabar en su cerebro todos los saqueadores "profesionales", coprófagos intemporales, que una vez tocan poder se olvidan de cumplir lo prometido.
En nuestro país, excepción hecha de Jorge Pujol i Soley, D. Jordi -que reconoció su condición de estafador patriótico con cuentas en Andorra-, no hemos tenido estafadores confesos de relumbrón que, cumpliendo, por ejemplo, sus promesas electorales, respetaran a sus compatriotas, a sus vecinos, y se fueran a estafar ...¡a China!
Ya lo decía mi padre, queridos celtíberos: "Los hombres honrados y trabajadores no tienen futuro".
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