Oscuro noviembre

Entre el aluvión de acontecimientos y noticias que se vienen produciendo estos días en nuestro país destacan algunas del pasado miércoles, por ejemplo, la inmediata comunicación del presidente del Gobierno de dictar un decreto-ley para que “jamás los españoles tengan que pagar de su bolsillo el impuesto de actos jurídicos documentados por la constitución de una hipoteca, porque lo hará la banca” (¡); la renuncia de su escaño de la exsecretaria general del Partido Popular; el montaje de una manifestación-escrache a los magistrados del Tribunal Supremo a iniciativa de Podemos que apoyará y asistirá el presidente del Gobierno; el desalojo alarmista de las estaciones de Sants y Atocha por una negligencia profesional, etcétera, etcétera, incluida una, quizá virtual, sobre las pretensiones del señor Iglesias de convertir el cementerio de Paracuellos del Jarama en un monumento a la memoria histórica para justificar la destrucción del complejo del Valle de los Caídos, justamente cuando el día 7 anterior se recordaba el 82.º aniversario de la matanza comunista (“saca”), la mayor de la Guerra Civil, con más de 5.000 inocentes, de los cuales 276 eran niños, entre otras menos escandalosas…, estando como estamos a las puertas de trascendentales juicios (“procés”, ERE), todo ello con el inaudito ataque frontal al Tribunal Supremo (cierto que por un craso error de su Sala Tercera), incluido el del propio Gobierno.

Hasta dónde podemos llegar por este camino en el que el Gobierno cosecha fracaso tras fracaso, ya sea en Bruselas con los Presupuestos devueltos porque no cuadran las cifras; con miembros en el amplio Ejecutivo (algunos/as “sin estrenar”) que deberían haber sido cesados hace meses por conductas absolutamente incompatibles con el sillón que ocupan; con un “viceprimer ministro” vicario, embajador territorial plenipotenciario que, con la excusa de unir voluntades para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de 2019, promete y acuerda transferencias de competencias estatales o prebendas económicas imposibles, marcando el guión paso a paso del Gobierno como corolario del escenificado acuerdo presupuestario, que es el claro embrión de un compromiso para estirar la legislatura con la ayuda del más radical nacionalismo, aunque éste niegue cien veces que no apoyará al Gobierno mientras no se le concedan sus inconstitucionales exigencias… Todo ello evidencia de manera cada vez más clara que el germen de una alianza frentepopulista, al estilo de la de febrero de 1936, está en marcha cara a las elecciones locales y autonómicas de mayo del año que viene, precursoras de las generales de 2020.

Se me podrá tachar de exagerado o de irresponsable. Pero lo vengo sosteniendo hace tiempo. El líder del PSOE y presidente del Gobierno, con la potente muleta del secretario general de Podemos, “va por libre”, transmitiendo arrogancia, sobreactuación, provisionalidad y anclaje en el sillón de la Moncloa hasta agotar la legislatura, gobernando mediante la excepcional figura del real decreto-ley y arrasando cuanto, antes de su singular aterrizaje en la Presidencia del Gobierno, había dado al país cierta estabilidad en lo económico, notable prestigio internacional y despeje de incertidumbres, adoptando medidas de incalculables consecuencias para el empleo y la producción, cuales son, entre otras, el establecimiento del salario mínimo interprofesional, con inmediata repercusión en el empleo, el acoso de los autónomos, la creación e incremento de nuevos impuestos, el dispendio del gasto público con el ya desmedido aumento de la deuda pública, entre otras de indudable perjuicio para las clases medias y bajas.

Consideración aparte merece la cada vez más compleja y crispada situación de Cataluña, donde el “diálogo” y las soluciones positivas brillan por su ausencia en aras a conseguir la normalización de la fracturada convivencia, antes bien, subiendo de grado la deslealtad constitucional, el desafío continuo al Gobierno de la nación y el declive imparable de sus instituciones. Y la “medida estrella” del programa del señor Sánchez, la exhumación a plazo fijo de los restos del anterior jefe del Estado de la basílica del Valle de los Caídos, veremos en qué queda “… mediante enmiendas a la ley de Memoria Histórica orientadas a prohibir el enaltecimiento de la dictadura en espacios públicos, sea cual sea su titularidad, y sancionar a quienes lo hagan”, lo que constituye un monumental desafuero.

O terminamos con esta ya larga agresión totalitaria que cree poder acabar ahora con España y las libertades, restableciendo éstas, poniendo fin al acoso de la verdad y liquidación definitiva de la hegemonía mediática y cultural izquierdista o, quizá, se cumpla el vaticinio de Nicolás Ruiz de Santayana: “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”.