Demagogia versus realidad
En nuestro país está todo tan politizado que da, ya no pereza, sino casi pánico opinar públicamente de según qué cosas. Aun así, algunos somos por naturaleza tan quijotes que, movidos de nuestra afición a “darle al pico”, no somos capaces de estar callados, que sería lo más prudente ante según qué cosas.
Con motivo del fallo del Tribunal Supremo sobre el impuesto de las hipotecas, los partidos políticos de uno y otro signo están intentando, como casi en todo, llevar el agua a su molino, y cada uno, barriendo para su propia casa, nos cuenta esta historia según le conviene. Yo no voy a poner en duda el hecho de que el tribunal que falló en el tema acabó por dar una imagen poco edificativa para lo que se puede entender como forma de proceder recta y justamente en materia de impartir justicia. Pero si resulta que magistrados de tan alto tribunal nos demostraron tener distinta forma de interpretar la ley correspondiente al tema en cuestión, qué puedo decir yo, lego en la materia como soy, doy por hecho que la cosa no estaría tan clara cuando prácticamente medio tribunal se inclinaba por una interpretación y el otro medio entendía lo contrario.
Me llama en particular la atención la noticia publicada en LA NUEVA ESPAÑA del domingo 11 de noviembre, según la cual tanto IU como Podemos proponen que aquí en Asturias se suba aún más el impuesto de las hipotecas. Mal vamos si creemos que por el hecho de que el reciente real decreto ley 17/2018, de 8 de noviembre, por el que el Gobierno modifica el texto refundido de la ley del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, obligando a que sean los prestamistas o bancos quienes tengan que pagarlo, éstos se van a quedar quietos y permitir que sus balances entren en pérdidas por tal medida. El negocio bancario, como cualquier negocio, cuando pone en el mercado un producto, previamente ya hizo sus cuentas y en el capítulo de costes se supone que incluye todo cuanto a él le resta beneficio, lo que equivale a decir que será el cliente o consumidor quien pague esos costes. Resulta, en mi opinión, infantil pedir ahora subir ese impuesto, pensando en perjudicar a la banca y no como sería hasta ahora al cliente que aceptaba el crédito hipotecario, cuando lo cierto es que este último era, es, y será siempre quien al final pague los platos que otros rompen. Si de verdad los políticos quieren ponerse del lado del hipotecado, supriman dicho impuesto de una vez por todas. Reduzcan chiringuitos y gastos superfluos, y sobrará dinero para exonerar de impuestos injustos como éste a quienes se vean necesitados de hipotecarse para poder adquirir una vivienda en la que cobijarse.
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