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Un Casado, sin casa ni futuro

14 de Noviembre del 2018 - Angel Lozano Heras (Oviedo)

"Casado casa quiere", como dice el refranero español. Pero este Pablo Casado, recién elegido presidente del PP, ya advirtió J. Arenas -listo y veterano dirigente de su partido-, "tendrá poco recorrido; será como aquel Hernández Mancha en los tiempos previos a Asnar..."

El caso es que Casado quiere casa; desea un partido popular a su manera y con su gente, aunque hace carantoñas al clásico PP de los barones, de la vieja guardia. Y estos, asustados por la deriva de haber perdido el Gobierno y el liderazgo electoral, le aplauden todo a Pablo Casado. Le aguantan todo y le "afalagan" pasándole la mano por el hombro. Es un intento, casi utópico, de recuperar el voto y la confianza de su electorado, harto de los casos de corrupción, prevaricación y malversación de fondos públicos, entre otros delitos.

Los más viejos y sabios del lugar pepero creen que este Casado es un intermedio en el PP. Posiblemente él lo sepa y acepte que en un futuro no muy lejano dirija el partido Nuñez Feijóo (u otro u otra). Por eso, Casado asume ser el bizarro adalid para consolidar a los populares a base de diatribas y radicalizaciones. Eso es lo que desea vehementemente: convertirse en el visionario que está destinado a esas notables misiones que entre otros le han legado el "asnarismo y el suarismo".

Casado, casa quiere; pero (la sede de Génova 13) no la tendrá en propiedad mucho tiempo. Es solo un alquiler temporal. Y su futuro está ligado a las aspiraciones y momentos políticos de Feijóo. Al presidente autonómico gallego, y a gran parte de los peperos, no le conviene nada encontrarse con un partido que va a la deriva hacia la derechona más casposa y ultra. Pues ahora este nuevo PP "casao" tiende al extremismo y la radicalidad en la política, y posiblemente con eso pierda votantes por la derecha más moderada y el centro.

En este "sacro" destino hacia el radicalismo ayudarán al líder Casado, Teo García Egea, nuevo secretario general del PP, (campeonísimo mundial de lanzamiento de huesos de oliva de Cieza, y no se cuántos masters más por el estilo), y la "portavoza" en el Congreso, Dolors Monsterrat, la performista rancia y ridícula que asusta más a los suyos que a la oposición.

Ahora, por el momento, el secretario general de los populares, se ha librado de la matraca judicial de sus extrañas y aceleradas licenciaturas en tiempo record y de sus masters fantasmas y sus publicaciones de chichinabo. Pero los vientos judiciales van y vienen como los olores pesticidas de los estercoleros municipales. A veces no se huele nada, pero de golpe y porrazo viene un tufillo, ese que persigue a Casado de xenófobo patriotero de hojalata, salvapatrias de pacotilla, fachilla joseantoniano y más próximo a los ultra de Vox que el escritor Sánchez-Dragó.

Si se ataca a Casado, enseguida salta la fiel infantería mediática de la derecha toda: "cuando los enemigos ladran, es que cabalgamos", braman. Qué verdad es, sí; pero lo mismo diríamos de Pésanchez, de P. Iglesias, e incluso del Puigdemont ese, que vive en Bruselas.

Pablo Casado acusó en sede parlamentaria de "golpista" (y también, casi de ideólogo de un golpe de Estado con los catalanes independentistas) al presidente del Gobierno Pésanchez. Y lo hizo con reiteración y sabiendo lo que decía de cara a su personal -a sus parlamentarios y a sus militantes- para que vieran que era un líder sólido y duro. Pero esto es algo muy grave porque también estaba llamando "golpistas" a más de la mitad de los congresistas españoles, precisamente aquellos que apoyaron la moción de censura contra Rajoy. Sin embargo, el falso patrioterismo de Casado y sus peperos les va a llevar a votar en contra de las medidas socioeconómicas presupuestarias para el bienestar de la gente. Y lo van a hacer con el beneplácito de los poderes financieros y de las élites de nuestro país.

Casado fue desleal en Bruselas -malmetiendo a la UE y a Merkel- sobre la solvencia económica de España. Desleal también en el Congreso, insultando al presidente del Gobierno tildándole de golpista, a sabiendas que no es así.

El PP de Casado, auspiciado por Josemari Asnar, está volcándose ahora en una estrategia de la crispación, como en los últimos años de F. González y en la postrera legislatura de Zapatero. Están mintiendo a los españoles con soflamas y burdas deslegitimaciones, sobre este borrador presupuestario.

Casado, sin casa ni futuro, pero con discursos envenenados, envalentonados y durísimos, con tácticas parlamentarias de hostilidad continua, "pasándose cuatro pueblos". En sus volantazos hacia una derecha más conservadora y retrógrada, Casado pretende sobrevivir como líder, pero está pisando terrenos extremos, escabrosos lodazales políticos, con numerosos flirteos y guiños xenófobos y fascistas.

Ahora, en el PP, no ponen por delante más que calumnias, mentiras, enseñas rojigualdas, pulseritas, pintaditas, "vivas" y poco más. Y cacarean que esto es por el bien de España.

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