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¡Habrá que hacer algo, digo yo!

13 de Noviembre del 2018 - José Viñas García (Oviedo)

En estos años de poder de la derecha en toda Europa (España no podía ser menos) se privatizó todo. Y cuando alguien alude a que hay servicios y empresas básicas que debieran estar en manos del poder público, la respuesta de los gobiernos es que no son regímenes comunistas, con lo cual dan por zanjado que todo régimen comunista es sinónimo de mala gestión, cuando vemos a China y Rusia comprar deudas y prestarnos a los del mercado libre (capitalismo) para poder seguir sobreviviendo gracias a estos regímenes tan defenestrados.

Es más, estamos ahora en sus manos, lo vimos con la presión de China sobre el Gobierno de Rajoy para limitar la jurisdicción universal.

Claro que en China no se respetan los derechos humanos en toda su extensión tal y como entendemos, pero ¿se respetan ahora en la actualidad en esta España, cargada de desempleo, salarios y pensiones de miseria, empleo precario rozando la esclavitud y donde la vivienda y la electricidad están encareciéndose hasta hacerlas imposibles para la mayoría de las familias?

Privatizar y externalizar todo tiene tanto peligro como dejarlo todo en manos del poder político. Pero hay empresas y servicios de necesidad básica que deben estar en manos públicas para evitar esos monopolios y oligopolios que sin competencia real abusan de los consumidores y crujen a las familias.

Tampoco se trata de nacionalizar empresas por que sí, pero cuando las empresas juegan a irse de un lado para otro buscando la mano de obra más barata, las posibilidades de suelo gratis, menos cargas impositivas, electricidad reducida y subvenciones a mogollón... estamos siendo un poco pardillos todos los países. Es como estar pagando nosotros sus gastos y esas empresas llevarse las ganancias de un lado para otro. ¿No hay que hacer nada para frenar esta escalada de especulación empresarial?

Cuando se privatizan las eléctricas y desde entonces vemos que la electricidad se encarece cada año a velocidad imposible de asumir por las familias, ¡habrá que hacer algo, digo yo!

Cuando se deja libre de especulación un servicio esencial como es la vivienda observamos que las familias se ven imposibilitadas a costearla y en algunos lugares sólo son para turistas, dejando a trabajadores dormir en la furgoneta, ¡habrá que hacer algo, digo yo!

Cuando el empleo que se ofrece es de plena esclavitud, el Gobierno tendrá que reformar ordenanzas y derechos para que nadie abuse bajo protección legal, ¡digo yo!

Cuando en algunos comedores de hospitales públicos y residencias de ancianos se externalizan estos servicios, y vemos cómo se saltan las normas básicas de sanidad, calidad, alergias, dietas, etcétera, ¡habrá que hacer algo, digo yo!

Así podríamos enumerar casos y cosas de gran responsabilidad que nuestras administraciones se dejan aparcados en espera de que lo solucione el Espíritu Santo.

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