El timo de la estampita 2.0
Escuchando a estos políticos-ladilla que con su inventiva e ingenio, nos alumbran y enriquecen culturalmente, ayudándonos a pensar y reflexionar, servidor, crédulo de mí, se levanta cada mañana, dando gracias a los progresistas por hacerme comprender que solo buscan mi bienestar.
Muestra evidente de lo que digo son las declaraciones de la ministra de Hacienda, Sra. Montero, tras el acuerdo de presupuestos firmado entre Pedro y Pablo: "Tengo orgullo por este acuerdo, un pacto que protege a los más vulnerables, y envía un mensaje directo a la clase media".
A ver, yo, que por cretino y por autónomo (más lo segundo), soy de los pensionistas peor pagados, pregunto: ¿Soy clase media, o directamente baja?
Si soy clase baja ¡menuda gracia! Si soy clase media, estoy de enhorabuena, porque según la ministra "Las familias medias ahorrarán unos 10.000 euros al año".
Además, el Sr. Presidente ha hecho dos anuncios para la posteridad: "No subiremos impuestos a las clases medias y trabajadoras", y la traca final: "Los bancos pagarán el impuesto de las hipotecas. Nunca más lo harán los españoles".
Si a todo lo anterior, añadimos la subida de pensiones y salario mínimo, echo cuentas y ¡pardiez!, es tal el ahorro, supuestamente, a costa de los ricos y los bancos (¡que se jodan!), que quizás mi seat León, "12 year old", termine como la mayoría de los diésel europeos, jubilado en Polonia, y yo pueda comprarme un coche eléctrico, con elevalunas manual, eso sí.
Un vecino tonto, con un grado de minusvalía cerebral del 70% (con excesiva e innecesaria dureza, creo), me ha abierto los ojos: "No te creía tan cachirulo, viejo. A ti te quitan la estupidez y te quedas en nada. Te aseguro que si a mí me dieran un euro por cada promesa de Sánchez, podría comprarme un chalet de ricos, con grifería de oro, en Santorini". (¿Minusvalía cerebral del 70%?)
Reaccioné rápido ante el repaso. Como a mí, cuando me llaman gilipollas (es el caso), digo que es que estoy enamorao, pues eso le contesté: "Es que estoy enamorao, vecino". Me dio un abrazo benevolente, a la par que lánguido, y se fue.
Me quedé pensando y, mientras vagabundeaba sin orden ni concierto, llegué a la misma conclusión: estamos inmersos en una comedia para bobos, interpretada por engañabobos, que etiquetan a los ciudadanos como ricos y pobres, y cuando nos dicen "vamos a subir los impuestos a los ricos", nos quedamos tan tranquilos, pensando que no nos afecta. Hasta que nos damos cuenta de que al referirse a los ricos, nos señalaban a nosotros.
Somos súbditos de un Estado corrupto que incumple las leyes de arriba abajo (empezando por la propia Constitución), donde prima la propaganda, lo barriobajero, el cinismo, el espectáculo y la mentira. Menos mal que la añorada República está en camino, y todos los españoles tendremos coches de gama alta y yate amarrado en Saint-Tropez, como pasa, por otro lado, en las grandes repúblicas, caso de Zimbabwe, Cuba, Haití o Venezuela. Todos los pobres emigrarán a paupérrimos países con monarquías, como Gran Bretaña, Suecia, Holanda o Noruega. Recemos, hermanos.
Ante tanta burla, timo y desatino, recordé la película "Casablanca", cuando el capitán Renault cierra el café de Rick al grito de "¡Qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!", al tiempo que un camarero le entrega un sobre diciéndole: "Sus ganancias, señor".
¿De verdad merecemos este Gobierno? La respuesta ya la dio el maquiavélico "Fredy" el químico, de apellido Rubalcaba, el 13 de marzo de 2004: "Los españoles se merecen un gobierno que no les mienta".
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