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Opinar, criticar, denunciar y aconsejar

14 de Noviembre del 2018 - José Viñas García (Oviedo)

Todos deberíamos tener nuestra propia opinión, es la valoración personal que da sentido a nuestra mente reflexiva. Eso difiere de quien pretende dar consejo constantemente, de cómo la vida nos iría mejor o peor según apliquemos los sabios consejos de asesores personales y espirituales. Luego viene la crítica, que se debe hacer bajo la seriedad y responsabilidad, poniendo sobre la mesa argumentos y fundamentos. La denuncia pública o ante los Tribunales de Justicia es un derecho que nos asiste a los ciudadanos cuando veamos que se nos coartan atribuciones, libertades, competencias, propiedades, facultades, etc.,... o que algún listillo pretenda saltarse las normas establecidas entre todos para su propio beneficio en perjuicio de los demás.

La opinión es respetable, solo acierta y yerra quien lo dice.

El consejo sin nadie pedirlo (algo que es habitual observar en arzobispos, curas, monjas y abogados sin mucho que hacer) es una atribución que se toman personajes tomándonos a todos por idiotas. Los curas con galones o sin ellos, los leemos en este medio cada día sin más poder de convicción que sus espirituales pócimas soltadas al aire hablando de todo y nada, su especialidad es vender humo y convencernos que es aire fresco; por ejemplo, también se adentran en aconsejarnos hablar y escuchar más. Se permiten aludir y poner cómo ejemplo para ello al parlamento, que allí no participan todos, que solo toman la palabra unos pocos, habla de que un 80% jamás tomaron la palabra ¡claro! Para eso están los portavoces, para eso se eligen, ya que si 350 diputados se pusieran a decir cada día, ya me dirá usted quien carajo se entendía, convertiríamos la sede popular en un patio de colegio. Luego dice que se entienden más en los pasillos y comidas ¿No sé qué quiere insinuar? ¿Trata de interferir la Iglesia en el poder terrenal o se deja caer sin más? Los diputados se reparten mesas de trabajo y comisiones, para eso se hace así, para no convertir en un amagüestu de charlatanes sin sentido ese recinto. Estoy de acuerdo que escuchamos muy poco ¡pero, hablar! lo hacemos por los codos. Lo único preocupante es que, los que más hablamos seguro somos los que más debiéramos callar. Ahora bien, que la Iglesia venga aquí poner orden a nuestro sistema democrático, es patético, cuando es una organización anclada en raíces profundamente ancestrales y carentes de toda base democrática y científica, solo apelando a dogmas, ángeles, espíritus y un Dios que seguro existe, pero que no estaría de acuerdo en nada con unos curas y conferencias episcopales revestidos de apóstoles pero con los defectos, pecados, deseos de comer y (f.....) que los demás hombres de carne y hueso.

Luego están los abogados metidos a politólogos, que cada día firman con su profesión pensándose que así sus soflamas serán más creíbles y menos demagógicas. Alguno critica las medidas de Pedro y su gobierno, supongo que por sus adentros rezumará PP por los todos los poros. Se puede no estar de acuerdo con muchas cosas, pero ser del PP y criticar a Pedro es de una osadía a prueba de bomba. Un Pedro que trata de poner orden a un gobierno anterior cargado de corruptela, leyes y reformas que perjudicaron enormemente a las familias de este País. Estar en contra de subir el salario mínimo, las pensiones, mejorar las posibilidades de autónomos, dependientes, etc.,... es de ser un poco insolidario por decir suavecito. Luego de aprobar esos presupuestos que benefician a los más débiles de esta sociedad, es tiempo de añadir propuestas y contrariedades, pero basarse en rechazar éstos, para trata de devaluar un gobierno a la espera que los tontos de ciudadanos, voten de nuevo a un PP en descomposición, es de ser una persona con fantasías innecesarias, seas abogado, minero o el Papa de Roma.

¡Claro que quien olvida la historia está condenado a repetirla! Por eso no olvidamos y recordamos con mucha claridad lo peor de nuestra democracia: la corrupción generalizada del PP y sus medidas en contra de los intereses de los trabajadores, amas de casa, funcionarios, Sanidad y Educación públicas, autónomos, pensionistas y dependientes. ¡No queremos repetir esa época de nuevo!

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