¡Más ladrillo... (y hormigón)!
Según informa la Coordinadora Ecoloxista d’Asturies en su página web, continúa adelante el proyecto para construir doscientas ocho viviendas en las dunas del Espartal. Les felicitamos por el seguimiento de este asunto.
Doscientas ocho viviendas que se asentarán en uno de los arenales más bonitos de la costa asturiana.
Doscientas ocho viviendas para doscientos ocho privilegiados (porque a nadie se le ocurre construir viviendas de protección oficial, eso no. “De lujo”, seguro que aparece en los anuncios que las promocionarán) que romperán la continuidad del cordón dunar, que marcará para siempre (como lo hacen otras edificaciones desde los tiempos del desarrollismo) el “skyline” de Salinas. Viviendas que, con el paso del tiempo y dada la erosión existente, reclamarán (como se ha visto) una protección tipo rompeolas –que se construirá sin duda– que irá disminuyendo el aporte de arena al sistema y terminará por matarlo, eso sin mencionar claro está el destrozo estético que causará, el faunístico, el geológico y qué se yo qué más.
Ya está, hemos destrozado la costa en los últimos cincuenta años, conocemos la experiencia de otras regiones, qué eran y en qué se han convertido, debería bastarnos para comprender en qué terminan todas estas políticas cortoplacistas que intentan arañar cuatro perras por la venta de pisos.
¿Es esa la Asturias que queremos dejar a nuestros hijos y nietos? Porque el problema de las cuñas es que una vez colocadas sólo hacen que ampliar el hueco, y ¿qué razones se podrían esgrimir para, dentro de diez años, no construir otras doscientas ocho viviendas, o quinientas ocho, o mil doscientas ocho? La respuesta es simple: ninguna. Sin embargo, a lo mejor es lo que queremos dejar de herencia, emborronar la página de la naturaleza con más ladrillo, con más hormigón, con más humo; es una opción, no parece la mejor pero ahí está.
En definitiva, vamos camino de una agresión con mayúsculas que estamos seguros el Ayuntamiento de Castrillón, preocupado por el medio ambiente, terminará por no permitir. No permitirá porque, a fin de cuentas, el paisaje costero de nuestro concejo no puede quedar en manos de los doscientos ocho privilegiados compradores (“viviendas de lujo en un entorno privilegiado en una de las mejores zonas de Asturias” –queda bien como publicidad, ¿verdad?–) que, ellos sí, podrán contemplar la mar desde sus ventanas sin que ningún edificio les perturbe la visión.
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