Desfile solidario,... o no
Nada que decir del objetivo encomiable del desfile de moda infantil que una marca afincada en Gijón celebró el pasado viernes 27 de febrero en el hermoso entorno del balneario de Las Caldas: la recaudación de los donativos aportados a modo de entrada al acto y la cantidad obtenida con la rifa de varios regalos que, de modo altruísta, algunos comercios y entidades donaron, se entregarán a la asociación asturiana de apoyo a niños ingresados enfermos de cáncer, cuya denominación exacta no recuerdo ahora. Fueron muy emotivas, en este sentido, las palabras de una madre afectada que, por desgracia, no parecieron calar en la, creo, supuestamente dueña del comercio que aportaba los conjuntos que vestían los niños participantes y que organizaba el acto. Y es que tanta generosidad se vio ensombrecida por la desagradecida actitud de esta señora para con quienes desinteresadamente acudieron a su llamada de colaboración. Fui testigo del desprecio e ignorancia con la que se dirigió a una madre preocupada por su hijo de tres años quien, después de haber pasado varias horas esperando su turno, no subió a la pasarela por el olvido de alguna de las responsables de este fin, con el consiguiente susto de la mamá que en esos momentos desconocía si el niño estaba en otra sala o se había extraviado por las instalaciones, dado el reprobable caos que reinó a partir de la segunda mitad del acto, cuando padres, madres, abuelos, abuelas, niños, niñas, la señora que organizaba, las ayudantes, el fotógrafo, el señor de Murcia que pasaba y el resto se confundían como si de una acotación valleinclanesca se tratara.
Pues bien, a la doña nada la conmovía excepto los efluvios de sentirse "reina de Cibeles por un día". Y, claro, se olvidó de tratar con educación, repito: solo con un mínimo de educación, a algunas de las personas que respondieron solidariamente con su participación. Reprobación total a la prepotente actitud manifestada. Enhorabuena por el objetivo y mis mejores deseos para la causa. Son dignas de admiración todas esas personas que dedican mucho más que su tiempo a suavizar y mejorar las condiciones en las que los niños enfermos de cáncer, en este caso, viven su terrible dolencia ingresados en los hospitales. Gracias de corazón.
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