Regidores mofeta
Otra noche sin dormir, en modo depresivo. Otra vez vestido de lagarterana, saturado de café, de bicarbonato, de cansancio, de sueño y de mala uva.
Horas de insomnio, repasando la interesante lucha de poder, y por el poder, entre dos oportunistas, tahúres de la política nacional, contra una víctima.
Un travestido político socialista, un consumado (y consumido) atávico comunista, y un rehén ciudadano, convertido este último, en pim, pam, pum de los disparates, dislates y ocurrencias de los contendientes, pagador final, sin duda, del fiestón que se está montando.
Produce hastío y mal humor advertir en prensa, radio, televisión e incluso a través de tertulias de bar, con gente de nuestro entorno, cómo estos políticos-ladilla, una y otra vez, a través de campañas televisivas de manipulación colectiva, nos mienten, nos vacilan, incumplen, rectifican, dicen, se desdicen, provocan... con un sinfín de noticias, a cual más dañina, estrafalaria, disparatada e incomprensible para la mayoría.
Da la sensación de que todo sigue un patrón marcado y dirigido desde fuera, un turbio complot falto de ética, estética y decencia social, con una hoja de ruta que escapa a nuestra percepción y conocimiento, porque estoy convencido que ni Pedro (aficionado a coleccionar despropósitos), ni Pablo (¿Se imagina que le toca de cuñado, un sujeto así?), ni los ministros (analfabetos a tiempo parcial), pintan nada aquí.
¿Beneficiarios? Activistas, burócratas, comisionistas, aviesos multimillonarios, políticos, y los trinquetes arribistas que se mueven alrededor del Estado. ¿Esquilmados? La mayoría.
Ante tal desesperanza, resulta impagable la demostración de interés y preocupación de estos políticos-ladilla por los ciudadanos, eternizando las listas de espera para que, antes de tener que pasar por penosas pruebas médicas, nos dé tiempo a morir en paz.
Item más, como en poco tiempo pasaremos a ser el "number one" mundial en esperanza de vida, qué mejor que una Ley de Eutanasia, no vaya a ser que con tanto anciano pluripatológico "inmortal", colapse la Seguridad Social, y no haya pasta para pagar las pensiones. Gracias, amado líder.
De momento lo único que podemos hacer es desconectar la televisión, seleccionar el periódico a leer, abrir un libro, tomar unas cañas en un botellón solidario, y reírnos, reírnos mucho, porque tiempo para llorar, vamos a tener para dar y tomar.
¡Viva el trueque, la Edad Media y las cartillas de racionamiento!
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