Viva la Pepa
"PP y C's no son partidos constitucionalistas". Acabáramos. Si no lo hubiera dicho Adriana Lastra, terminarían gritándolo las piedras. "Vuelve la peor derecha, la derecha aznarizada". Sin duda por miedo a perder la cobertura con los "padres fundadores" que le susurran las verdades reveladas, renuncia Adriana a seguir matizando y va directa al grano: "Aznar es el ventrílocuo de Rivera y de Casado".
Tal vez sea Adriana demasiado joven para que le ocurra lo que nos ocurre a los ciudadanos veteranos. Que no podemos imaginar la escena sin ver a Casado y a Rivera en el papel de Macario y doña Rogelia. Aunque también puede ocurrir que sea precisamente eso lo que busca la aguerrida lideresa: instruir deleitando. Adriana Lastra es esa mujer menuda de la que se puede afirmar, sin incurrir en oxímoron, que es enorme. Enorme con la grandeza que pertenece a las magnitudes morales.
Porque hay que ser muy grande para proferir la enormidad de que los partidos de derechas acampan extramuros de la Constitución. Al hablar de esa manera es Adriana la que se convierte literalmente en ventrílocua de los "padres fundadores" (Iglesias y Largo Caballero), y de los refundadores (Zapatero y Sánchez), que nunca reconocieron la legitimidad política de la derecha: octubre del 34, febrero del 36, "cordón sanitario", moción de censura. A la derecha se la echa del poder por las buenas (ganando las elecciones), por las menos buenas (contando los votos de aquella manera), o por las malas (Intelligentibus pauca).
Tendrían que aprovechar "la mayoría absoluta" que, según Celaa, tienen en el Congreso los auténticos constitucionalistas (Bildu, ERC, Cup, PdCat, JuntsXCat, Podemos, PNV y los 84 de Sánchez) para ilegalizar al PP y a C's. Muerto el perro se acabó la rabia (con lo que el gran Wyoming y D. José Viñas García se podrían tomar un merecido descanso). Adriana Lastra comparte con Carmen Calvo la audacia, esa rara cualidad que les permite hacer declaraciones que hoy nos parecen disparates pero que, con el correr de los años, a las generaciones venideras les parecerán auténticas barbaridades.
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