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¿Debiera preocuparnos la sanidad pública?

20 de Noviembre del 2018 - José Viñas García (Oviedo)

En la última encuesta los andaluces muestran en segundo lugar de preocupación a la Sanidad. Como vemos, sin darnos casi cuenta, van pasando factura las listas de espera, los enchufes y cueles a diestro y siniestro que entre todos participamos.

Mi exposición no son cuentos, son vivencias:

Después de años por hospitales por avatares de la vida, el tiempo, te lleva a entender muchas cosas, a diferenciar profesionales de simples matasanos e interpretar a la perfección los entresijos y encontrar los caminos de las alcantarillas por donde llegar y no esperar. Traté toda la vida de no usar los sumideros para saltarme en perjuicio de otros listas de espera, pero para poder decir esto he tenido que ser uno más, usar amistades y pagar alguna vez privada para que seas mejor recibido en la pública. ¿Ustedes a que jamás hicieron uso de una amistad de un empleado de la sanidad, fuera enfermera, médico o alguien con influencia por estos lares o acudieron a la privada en espera de usarla para saltarse listas de espera? Aquí también llega la hipocresía: todos usamos estos atajos en perjuicio de descomponer una sanidad pública que era ejemplo por el mundo.

Tres ejemplos: 1) Una operación hace años me la aplazaban para después de enero, estábamos a primeros de diciembre, no solo me perjudicaba los días perdidos de trabajo, es que tenía molestias importantes, cuando ya estaba dispuesto a pasar las navidades medio pachucho, una amiga enfermera que se enteró me llevó ante el cirujano que decía no tener días libres hasta dos meses después, le cantó las cuarenta y dijo "si no operas a este amigo en una semana yo contaré muchas cosas de cueles y también desde la privada que me he tenido que tragar" sin pudor, me dijo mañana ingresas, a los tres días estaba operado. 2) Acudiendo a un famoso naturalista de la plaza Longoria Carbajal, con sus agujas y potingues me causó una anemia de caballo, se lo comenté al especialista de turno, y me mandó ir por urgencias, allí me mandaron para casa con las facultades casi perdidas, llamé a esa amiga enfermera, se puso en contacto con otro especialista y allí me esperaba derecho a la habitación, casi un mes para reponerme. 3) En otra ocasión, mi mujer me recomendó no esperar y acudir al mismo especialista a su consulta privada, por 70 euros de aquella, me mandó a su consulta pública al día siguiente y con una atención diría exagerada ¡por poco se venden estos profesionales! Ya me conocía, aunque jamás fue alguien mal educado, la amabilidad desde entonces rozó el esperpento y la vergüenza ajena.

Son tres ejemplos, podría enumerar muchos más, donde todos llevan por conductos que jamás los pacientes que llevan todo por lo legal, serán conscientes.

Si todos los empleados cuelan a sus familiares cercanos y lejanos, amigos, conocidos, personalidades de influencia y además los clientes de la privada, es imposible lista de espera que se resista. Si no aceptamos esas reglas y elegimos amistades dentro de ellos, nos quedaremos fuera del sistema. Casi podemos decir que en un 90% los hospitales atienden en tiempo y manera solo a enchufados. Así es que, algunos profesionales, a los que nosotros pagamos el sueldo, más lo que nos cuesta estos enormes edificios (estando miles esperando a la cola del paro en espera de sentirse realizados y responsables) se piensan que es suyo todo ese armatoste público y que lo pueden usar a su antojo, como su cortijo. Imaginen cualquier empresa que los empleados se repartieron entre ellos, sus familiares y conocidos los productos que generan ¿a qué sería la ruina? ¡Pues esto ocurre en nuestros hospitales! ¡Todo para ellos! El resto casi somos unos intrusos por llegar sin carta de presentación.

Alguien de una vez tiene que poner cordura y freno a tanta desidia y permisividad.

Existen muchos profesionales como la copa de un pino, pero, los malos dominan el desbarajuste por el corporativismo mal interpretado de todos ellos.

Entre todos destruiremos la sanidad pública, porque todos tenemos mucho que callar: Profesionales, dirección, políticos, periodistas, clientes, pacientes, familiares...

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