La nostalgia

14 de Diciembre del 2018 - José Antonio Coppen Fernández

Adelantamos a nuestros lectores que somos contrarios a incurrir en la costumbre de la nostalgia. Por eso creo que se debería evitar, en lo posible, recuperar el baúl de los recuerdos, porque de nada nos servirá su utilización; los recuerdos hasta podrán hacernos daño. Más aconsejable es disfrutar del presente y continuar cultivando el jardín de nuestros pensamientos del futuro. La nostalgia puede definirse como el anhelo del pasado que suele ser poco realista ya que se encuentra idealizado. Nunca sabremos si todo tiempo pasado fue verdaderamente mejor.

No es que sea malo recordar. Estamos hechos de recuerdos, de experiencias y vivencias que edifican lo que somos en la actualidad. Los especialistas nos advierten que pasamos gran parte del día recordando cosas. Con todo, no es aconsejable aferrarse a esos recuerdos de manera obsesiva. Como así se ha dicho, también la nostalgia se le puede considerar como una droga, que crea adicción, pues impide que veas las cosas de la forma que están. Todos hemos podido comprobar en ocasiones cómo algunas personas se aferran al pasado, sin darse cuenta de que el pasado nunca vuelve, además que la nostalgia que envuelve esos recuerdos viene acompañada de cierta sensación de añoranza y dolor. “Voy moviendo el recuerdo por el apartamento de un lado a otro, como si fuera un mueble o un cuadro que no sé dónde colgar”, según Nathan Fileer.

Lo que sí debemos conservar son los ideales de bondad, belleza y verdad. Y es cierta la afirmación de que la humanidad debe conservar su auténtico potencial interior, centrándose en la humildad, la filantropía, el autodominio y la independencia de la mente. En general, cuando las personas hablan de tomarse las cosas con filosofía quieren decir estoicamente, o sea, con indiferencia ante el dolor y el placer mundano.

En cuanto a la añoranza que envuelven los recuerdos, hay que decir que la más común es aquella que nos traslada a nuestra niñez. No debe embargarnos un sentimiento de melancolía puesto que esta emoción tiene ciertos tintes de tristeza, como los sentimientos producidos por el recuerdo de cosas o personas queridas que están ausentes.

Para cerrar este comentario, invocamos una cita del neurólogo y psiquiatra francés Boris Cyrulnik, que nos alerta: “Atormentados por nuestros recuerdos, no dedicamos a pulir nuestra memoria”.

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