Tratado de la crispación
Está la cosa que arde. Normal que se vuelva a hablar de crispación. Como cada vez que la derecha vuelve a la oposición. Pero quién crispa, cómo, cuándo y por qué. A estas y a otras preguntas que pudiera formular el lector más ávido responde por adelantado J.J.J. Suárez González (JJJ, en adelante) en la última de sus siempre enjundiosas cartas: "Crispación", LNE, 20.11.18.
"Yo no recuerdo una crispación política tan grande en España desde que ETA, GRAPO, El Búnker, servicios secretos extranjeros y algunos más se confabularon para acabar con Adolfo Suárez". Viniendo de donde se venía, era inevitable que la Transición arrancara con espasmos. "Fue en aquel caldo de cultivo cuando Felipe González llamó en el Parlamento al pobre Suárez "tahúr del Misisipi". Ese insulto a Suárez marca el ápice de la tensión, el hasta aquí llegó la llenona. Pero fue Guerra quien llamó tahúr a Adolfo Suárez: "tahúr del Mississipi, con su chaleco y su reloj".
Desde aquella crispación inaugural, madre de todas las crispaciones, el devenir político hasta el 2014 sería lo más parecido a una balsa de aceite. El Presidente que no telefonea al jefe de la oposición que acababa de sobrevivir a un atentado, eso no era crispación. ¿Sería la reflexión lúcida de que muerto el perro se hubiera acabado la rabia? Representar al partido opositor con un dóbermann furioso tampoco era crispar (a lo mejor era hidrofobia). Las pancartas individuales con la foto de cada senador y diputado del PP y por detrás, con letras gordas, asesino, no era crispación; era un cumplido fino. El follón que se montó con "la catastrófica gestión del ébola", que hasta hubo que sacrificar a un perro, era santa indignación; todos éramos Excalibur.
"¿Cuándo ha vuelto la crispación política a nuestro país? yo se lo voy a decir: la crispación política volvió cuando los de Podemos y sus confluencias obtuvieron nada menos que 72 diputados". Lo dice JJJ, que añade: "Esa bilis y esa espuma que le empezó a salir por la boca a la derecha contra Podemos se trasladó enseguida contra el PSOE". Pero, ojo, no contra el PSOE "de paripé", el de Javier Fernández y su santa compaña de baronías, sino contra el PSOE de Sánchez, el auténtico; el reconstituido: "Este no es nuestro PSOE, se dijo el fascio".
Conclusión: "la crispación es única y exclusivamente suya (de la derecha), de los mismos que acabaron con Adolfo Suárez". Pero vamos a ver, hombre, meter en el mismo saco ETA, GRAPO, Bunker, servicios secretos extranjeros y PP de Rajoy, ¿no es confundir el culo con las témporas? Equiparar el proyecto de Adolfo Suárez con el de Iglesias y Sánchez, ¿no es mezclar churras con merinas? "El pobre Suárez" se revolverá en su tumba en la catedral de Ávila. Al identificar la derecha con "el fascio" hila usted casi tan fino como Tardá y Rufián, que no son precisamente "Las hilanderas" de Velázquez, y que acaban de llamar fascista a Rivera y a Borrell. ¿No es eso crispación? ¿Es vaselina fina?
Por más euclidianas que se le antojen a JJJ las abruptas simetrías que establece, le dejan a uno con los cables cruzados. Será que pertenezco a ese lumpen moral de los que prefieren comer tres veces al día en este perro mundo capitalista a comer tres veces por semana en el paraíso de la Revolución Bolivariana, que nos tienen prometido.
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