La pista de patinaje del Bombé
Lamentable es el estado de dejadez del paseo del Bombé del Campo de San Francisco.
Las pintadas, el vallado y el andamiaje crónicos del quiosco de la música son una muestra de la incapacidad de los dirigentes municipales para gestionar y resolver correctamente un contrato de obras. El fallido intento de rehabilitación de esta obra emblemática del arquitecto De la Guardia, construida en 1888, y que constituye un elemento singular tanto por su componente ornamental como por su uso lúdico, merecería la extensa queja de unas cuantas páginas. Un auténtico despropósito que el ayuntamiento no ha sabido resolver. Igualmente, las fuentes de las Ranas y la Fuentona, vacías desde hace tiempo, son un ejemplo de la desidia municipal.
Pero no es este el único el motivo por el que me dirijo a los responsables políticos. En el paseo, las figuras que adornan los asientos de piedra se encuentran salpicadas de numerosos desperfectos y en las zonas de bancos luce una suciedad incrustada que no invita precisamente a sentarse. Los bordillos de los alcorques presentan roturas y el pavimento de hormigón impreso se encuentra deteriorado en numerosas zonas observándose grietas y hundimientos considerables que producen numerosos charcos e incomodan el tránsito habitual de sillas de ruedas y carritos de bebés. Por si a los dirigentes municipales no se les ha ocurrido frecuentar ese recinto, hay que recordarles que el paseo del Bombé es el habitual lugar de esparcimiento de ancianos y niños de la zona. También de corredores, de andarines y de paseantes en general.
Algún político avispado se ha dado cuenta de las inmejorables condiciones que presenta este lugar: amplísimo, llano, despejado y bien situado en el centro de Oviedo, adecuado para ser invadido, ahora y cada vez con mayor frecuencia, por instalaciones como chiringuitos, carpas y escenarios varios. ¡Qué fácil y que apetecible resulta aprobar sus usos por decreto u ordenanza, durante el calendario y horario que convenga a los intereses de unos pocos! Ahora se les ha ocurrido montar una pista de patinaje incluido un servicio de bar que mantendrán en activo durante más de un mes. Se interrumpen los accesos, se generan molestias y ruidos. Los abuelos que habitan las dos residencias de Santa Susana y Marqués de Santa Cruz y que tienen en ese lugar como propio para su esparcimiento que se aguanten. ¡Total, deben estar sordos! pensará alguno. ¿Y qué pasa con la Biblioteca? ¿Alguien ha pensado que les van a montar una carpa justo enfrente de sus ventanales, disminuyendo la entrada de luz natural y dificultando su acceso? La Biblioteca de la Granja es algo más que una simple biblioteca: en sus instalaciones se presentan libros, se reúnen clubes de lectura, se realizan cuentacuentos, talleres y exposiciones; es punto de encuentro de muchos ciudadanos y lugar de intercambio cultural. La actividad que generará la pista de patinaje es difícilmente compatible con el uso bibliotecario.
Los vecinos de la zona sabemos que vivir en el centro supone aceptar ciertas molestias como las que se generan durante las fiestas de San Mateo. Pero parece que nuestros dirigentes en los últimos tiempos solo se acuerdan de que existe el Bombé para instalar todo aquello que se les antoja. Sólo nos falta un circo. Espero no haberles dado una idea. En otras ciudades se habilitan zonas en las afueras, con los servicios necesarios, incluso los higiénicos y no se molesta al vecindario.
Invito a nuestros dirigentes -aunque no hace falta invitación porque están en su casa-, a que se den una vuelta por el Bombé y a que aprecien los numerosos aspectos mejorables que sin duda, si no están ciegos, encontrarán. Podrán comprobar como la biblioteca de La Granja se queda arrinconada ante el imponente armatoste que allí se está montando. Ustedes que acuden sin dudar a numerosos actos culturales (se me ocurre por ejemplo citar que esta misma semana, han asistido al acto de entrega del prestigioso Tigre Juan, maravillosamente organizado por Tribuna Ciudadana por otra parte), que deberían dejarse caer también, de vez en cuando, por las Bibliotecas Municipales y hacer en sus discursos alguna mención positiva a las mismas, ya que están correctamente gestionadas por técnicos de gran valía a los que desde aquí envío un grato reconocimiento.
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