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¡Tenemos miedo de mirar al pobre!

21 de Diciembre del 2018 - José Fuentes y García-Borja

A veces se oye a alguien decir que se confiesa católico, o cristiano, o creyente pero no practicante, y ya ni nos sorprendemos, pues se repite con harta frecuencia. Y es que la fe y las convicciones, o se traducen en la vida y en las acciones o no son más que quimeras, palabras vacías, ¡nada! En el caso de los católicos tampoco la cosa puede tener sentido, pues el “no practicante” se refiere sólo a las prácticas religiosas; éstas ¿pueden suponer algo tan complejo como la auténtica religiosidad?, porque casi nunca coinciden las prácticas sociales con las evangélicas.

SUMARIO: La necesidad de actuar con obras y no quedarse en las palabras ante el hambre en el mundo

Son mayoría los que se reconocen seres humanos, pero ¿cuántos se reconocen y actuando de acuerdo con la más elemental humanidad cuando se interfieren otros intereses? Muchísimos dicen que la libertad es el valor supremo de las personas, ¿cuántos están dispuestos a renunciar a privilegios para que la libertad deje de ser sólo una palabra y sea una posibilidad real aquí y en todos los países del mundo? ¿O sólo es importante en el mundo rico? Todo el mundo occidental se hace lenguas de los “Derechos humanos”, pero no están dispuestos a reconocerles una vigencia universal a todas las razas por encima de los grandes del mundo. ¡Cuántos elogian la democracia, pero no cuentan con los demás, desoyen la voz de las minorías y aplastan con la mayoría las aportaciones de oposición: demócratas de boquilla, caciques en casa, en el negocio, en los intereses... en casi todo.

Hace ya 16 años los “Siete grandes del mundo” se felicitaban porque las perspectivas económicas eran muy buenas... para ellos que ni siquiera habían estado presentes en la Reunión de la FAO en Roma para enterarse de que cada cuatro segundos muere un hombre, un ser humano (no ciudadano de sus ricos países). Lo peor, no quieren saber que en las chabolas de los suburbios de sus ciudades también están muriendo de hambre o enfermedad. Y es que una cosa es predicar y otra dar trigo; una mala cosecha a nivel mundial pone en ridículo todas sus buenas palabras. ¡Ah!, y habrá que revisar muchas siglas de las Naciones Unidas, que unas empeñan su buen funcionamiento, otras ponen en duda el talante democrático de ciertas naciones que la manipular, y traicionan el espíritu y letra de la Carta que fundaba la ONU. Algo así como lo que tenemos que hacer entre cristianos, las buenas obras a cuantos sufran: ¡Sólo así aparecerá la grandeza del evangelio de Jesucristo, nuestro Señor y que viven los cristianos de todos los tiempos.

A los educadores y jóvenes junior de 15 y 16 años os pido que miréis a los ojos de los pobres porque nos hace aprender en la mejor escuela de la vida, no sólo pasar la bandeja... también visitar en grupo los suburbios... Basilio de Cesarea nos escribió: “Al hambriento pertenece el pan que reservas, al desnudo la ropa que guardas en el armario, al descalzo el zapato que se pudre en casa. ¡Y la plata que has enterrado!”... Hagamos todo a los pobres en grupo, en comunidades del movimiento junior de ACE y de Cáritas Diocesana, y cristianos todos: ¡Saltar de alegría al salir de misa y... ¡Hacedlo vosotros también!

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