Las aceras no son lo que eran
Hasta hace unos pocos años todos sabíamos por dónde se debía circular: "Los peatones por las aceras y los vehículos por la calzada". Esto era lo que propugnaba el Código de Circulación. También sabíamos que un vehículo era toda aquella máquina que podía ser propulsada por un motor o por tracción animal o humana; es decir, un coche, una bici, una carretilla o un carro arrastrado por un burro. Todos estos vehículos se veían a diario por las calzadas de pueblos y ciudades transportando tanto personas como mercancías.
A día de hoy este axioma no está tan claro. De hecho, vemos a diario cómo un número creciente de vehículos (bicicletas, monopatines, patinetes convencionales y eléctricos...) invaden las aceras, que antes eran exclusivas para peatones, causando no pocos sustos y algún que otro accidente. Mientras los peatones se quejan amargamente de esta irrupción en sus dominios, los pilotos de dichos artefactos manifiestan que tienen derecho a utilizar sus vehículos por las aceras, ya que por la calzada se arriesgan a ser atropellados por coches, furgonetas, camiones y demás vehículos a motor con carrocerías metálicas. Sin embargo, no aceptan de buen grado que sus vehículos pueden ser tan peligrosos para los peatones como los coches lo son para ellos. También hay que contar que cada día son más las personas que, con dificultades de movilidad, utilizan las aceras para desplazarse con sillas de ruedas o vehículos adaptados a sus problemas de movilidad, y para este colectivo el uso indiscriminado de otros vehículos por las aceras agravaría aún más sus propios problemas de movilidad y seguridad.
¿Cómo atajar este dilema? Está muy claro, se debe hacer valer el antiguo axioma. Los vehículos que se utilicen como medios de transporte (bicis y patinetes eléctricos) deben circular por la calzada cuando no exista carril exclusivo para ellos, y patines, monopatines, patinetes convencionales, etcétera, que son, en esencia, materiales de uso deportivo, deben ser utilizados exclusivamente en las instalaciones reservadas para ellos y nunca, como ahora sucede con frecuencia, por las aceras, molestando a los indefensos peatones. Para hacer uso de las aceras, los usuarios de todos estos artefactos deben convertirse en peatones, es decir, llevarlos de la mano.
Muchos ayuntamientos se están planteando este problema y para darle la solución más apropiada y consensuada están solicitando el asesoramiento de expertos en tráfico y dialogando con los colectivos implicados. La cuestión es peliaguda, ya que lo que interesa a unos es inaceptable para otros. La única solución es la construcción de vías exclusivas para bicis, patinetes eléctricos y demás artilugios que se utilicen como vehículos y dejar las aceras para uso peatonal, como se hizo toda la vida.
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