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Cómo evitar que los institutos sean el lugar de nacimiento de los criminales

10 de Diciembre del 2018 - Pablo Rodríguez Suárez (Gijón)

Hace ya algunos años que terminé el instituto para lanzarme al mundo universitario. Muchas cosas cambiaron en aquel sitio durante los seis años que estuve allí, desde que entré por primera vez con 12 años hasta que salí por última con 18. Caras que desaparecían de un curso para otro, otras nuevas que las sustituían, nuevos profesores, obras en el edificio... pero durante esos seis años siempre hubo una constante. A la hora del recreo siempre salíamos todos a pasear por el patio, y muy raro era el día que no veías una pelea, niños persiguiendo y riéndose de otro niño diferente, chicos mayores insultando y haciendo la vida imposible a otro más pequeño... Llegaba un punto en que normalizábamos los insultos, burlas, robos, intimidaciones, faltas de respeto, humillaciones y agresiones leves. A menos que hubiese una pelea al uso, donde dos o más se pegaban en serio, el resto eran situaciones normales, a las que ni nosotros ni los profesores hacíamos demasiado caso. Son críos, ya madurarán y se darán cuenta de que eso estaba mal. A fin de cuentas, es lo que pasa en las películas americanas, el abusón del colegio del protagonista invitándole a una cerveza y pidiéndole perdón al reencontrarse veinte años más tarde.

Pero la vida no es como en las películas, y en muchas ocasiones el abusón del colegio no se reinserta y acaba matando a alguien de una paliza. Y el niño que tiraba de las coletas a la niña acaba pegando una paliza a su novia. Y el que robaba el dinero del bocadillo acaba atracando gasolineras. Y las víctimas de todos estos abusos acaban volviéndose unos sociópatas. Tenemos la mala costumbre, en parte motivada por la ignorancia, de reducir los delitos al delito en sí mismo, sin preguntarnos por qué ocurrió. El asesino es un asesino porque mata, el maltratador lo es porque maltrata, y así sucesivamente. Pero, ¿por qué mata el asesino y maltrata el maltratador? Parece que no le damos suficiente importancia a esa pregunta, y preferimos construir más cárceles antes que vaciar las que tenemos llenas.

Durante mis años de instituto, recuerdo que sólo teníamos un pequeño confesionario en todo el centro, el despacho de la orientadora. La orientadora en cuestión, la cual a día de hoy sigo sin saber qué formación tenía, servía para todo. Nos daba charlas de sexualidad y de cómo sería la Universidad, se encargaba de regular las votaciones para delegado, nos vigilaba durante los famosos exámenes para el informe PISA y hacía de psicóloga si alguno tenía algún problema. Repito que no sé cómo de cualificada estaría aquella señora, pero lo que tengo claro es que no podía dar abasto a todo un instituto, y menos en temas tan importantes como una correcta educación sexual o una charla psicólogo-niño.

Por aquel entonces desconocía la profesión del criminólogo (gracias a la gran información que nos dieron de cara a elegir qué carrera o módulo elegiríamos), pero aún así comentaba con mis amigos que tendría que haber un cierto número de psicólogos para ayudarnos y cuidarnos en unas etapas tan delicadas y que tanto te pueden marcar como son la preadolescencia y la adolescencia en sí misma. Pero hace demasiado poco descubrí la criminología, y desde entonces me pregunto cómo puede ser que no haya mínimo un criminólogo o criminóloga por centro educativo, tanto colegio como instituto.

Por si alguno tiene dudas, un criminólogo no es el que sale en CSI, ese en todo caso sería un criminalista. Un criminólogo, grosso modo, estudia la conducta criminal, tanto en relación a los factores sociales y ambientales como a los personales, para así determinar sus causas y consecuencias y poder tratar de desarrollar vías para evitarla o, de ser demasiado tarde, corregirla. A muchos les suena algo fuerte el llamar a los niños futuros criminales, pero si lo vemos retrospectivamente, todos los criminales, hasta los más sanguinarios, fueron alguna vez niños. Entonces ya no es tan descabellado.

Se dice que el racismo se cura viajando y la ignorancia leyendo. Pero yo me pregunto, ¿por qué luchas para buscar una cura para algo y no usas la vacuna que tienes al alcance de la mano? Si un niño hace algo mal, como puede ser pegar a otro, insultar, faltar al respeto a las niñas, gritar en clase o demás comportamientos peligrosos, no lo castigues y ya. Mándalo con el criminólogo. Quizás el problema no sea tan sencillo como una mala conducta per sé, puede que esa conducta sea sólo la punta del iceberg. Como ya he dicho, en esa edad todo el mundo es muy plástico, para bien y para mal. Si algo negativo está empezando a germinar, es el momento de arrancarlo antes de que eche raíces demasiado fuertes.

Analicemos un poco más detalladamente un tema como puede ser el machismo, el cual sigue siendo uno de los principales cánceres de la sociedad actual. Todas mis amigas me pueden contar historias de niños que les soltaban comentarios bastante inapropiados ya en el colegio. Incluso alguna podría contarme de alguno que intentó propasarse. Ese niño no es del todo consciente de que lo que hace está mal, hay que ayudarle a verlo. Seguramente sólo imite lo que vio hacer a otro hombre, posiblemente a su padre u otro amigo, pero si no se le ayuda, no aprenderá a distinguir lo que se les puede decir a las niñas y lo que no, y esa conducta machista arraigará. Y ahí es donde el criminólogo puede actuar, averiguando por qué el niño hizo lo que hizo y enseñándole por qué no debe hacerlo de nuevo. De esta forma, aunque en un futuro cercano haya que seguir luchando por reeducar a la gente adulta, al menos en un futuro más lejano la gente ya vendrá educada de serie, al menos un número mucho más alto del que hay hoy en día.

En España la criminología es una ciencia relativamente nueva, pero que ya cuenta con grandísimos profesionales e incluso tiene su propio colegio, ASPROCRIME (Asociación Profesional Colegial de Criminólogos de España), así como diversas asociaciones. Obviamente, los criminólogos en los colegios no eliminarán por completo la delincuencia en el mundo, pero sí eliminarán su normalización, resaltando así cualquier conducta antisocial y facilitando su identificación en una fase temprana, permitiendo que se intente rehabilitar al individuo antes de que sea tarde. Quedan muchas, muchísimas reformas que hacer en el sistema educativo y en los centros docentes, pero teniendo en cuenta la sencillez, bajo coste y utilidad de contratar a uno o varios criminólogos por colegio e instituto, creo que esta medida debería empezar a aplicarse cuanto antes. Siempre es preferible evitar la delincuencia que combatirla.

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