¿Qué nos queda del Campo San Francisco?
Todos los que vivimos en Oviedo y concretamente en el centro de Oviedo siempre hemos tenido un jardín: el Campo San Francisco. Esa maravillosa arboleda donde nuestros padres nos llevaban a jugar, a merendar, donde veíamos a nuestros primos, compañeros de colegio y hacíamos amigos. Caminábamos entre las flores de la Rosaleda para ver los patitos, nos acercábamos también al estanque de las palomas, siempre llevábamos una bolsina de migas de pan. También sabíamos que allí estaba la imagen de la Santina.
Al monumento a Clarín no nos dejaban acercarnos, estaba lejos... seguro que había algún otro motivo. Íbamos creciendo y ya nos dejaban correr por el paseo del Bombé, desde la Fuentona con sus Caños de Agua a la Fuente Las Ranas, y cerca de esa fuente descubrimos una pequeña casa, era una biblioteca, "La Granja", con un fantástico quiosco de música a su lado y debajo una refrescante Fuente del Caracol.
El Campo de San Francisco era un lugar al que sabía que se iba a acercar mi abuela a vernos... y con un poco de suerte alguna vez nos compraba un barquillo, o nos acercábamos al puesto de la Chucha, y siempre soñé que un día yo podría llevar a mis nietos y a mis padres a pasear por el Bombé, a leer en esa maravillosa biblioteca, a oír tocar a una banda de música dentro del quiosco, a beber en la Fuente del Caracol, a sentarnos a la fresca en lo que fue el Paseo de la Herradura.
Imposible, el quiosco de la música lleva años en ruina rodeado de peligrosos andamios, la Fuente del Caracol es la fuente para beber los perros que corretean libremente, mientras que a los niños y abuelos los tenemos que llevar de la mano para que no pisen cacas, sentarse en lo que fue el Paseo de Herradura significa estar sentado en un retrete canino con fuertes olores y agresivos ladridos...
¿Qué nos queda del Campo? Nos queda la Biblioteca, ese lugar donde podemos soñar entre libros y hacer actividades, ese lugar del que el Ayuntamiento de Oviedo también nos quiere privar. Sus concejales han decido poner una carpa de patinaje, impedirnos acceder durante unos meses a la biblioteca con facilidad poniendo vallas, anulando su paz con ruido excesivo, ¿irán las autoridades el día de la inauguración de la pista de patinaje a hacerse la foto institucional tapando la biblioteca? ¿Taparán el quiosco de música en ruinas, las fuentes que no tienen agua? ¿Se arriesgarán a manchar sus zapatos con algún excremento o a resbalar en el deteriorado pavimento?
Espero que Mafalda, impasible, pueda seguir mirando los patitos.
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