De la fe y la razón
A mis amigos y amigas de mis redes sociales:
Os tengo de derechas, de izquierdas, transversales y medio pensionistas.
No espero ningún atisbo de cambio en vuestras ideologías o creencias.
Es triste pero si así fuera habría esperanza para esta especie y no es el caso.
Cuando se asume una ideología o creencia, que al final todo es lo mismo, es muy cómodo.
Yo rezaba y, cuando salía mal, echaba la culpa a mis pecados y cuando salía bien daba las gracias a Dios, ese hijo de puta que no existe pero que nos inocularon cuando éramos unos pobres cachorros.
Pero luego nos vendieron camisetas del Che, las revoluciones maravillosas que había que alabar pero como turistas, y que defendíamos desde este perverso status capitalista que tanto ha hecho porque vivan mejor los obreros aquí que en Albania o Cuba o cualquier otro paraíso socialista, como, por ejemplo la Corea de Kim.
Las utopías no son más que religión adaptada y, como tal, contraria a la razón.
Desde aquí invoco al pueblo a que no se deje engañar por predicadores y que sólo atienda a quién le ofrezca argumentos racionales.
Como sé que no se dará, acabaré cagándome en esta democracia de mierda y en el pueblo que la sostiene.
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