Más votar y menos protestar
En un episodio de "Los Simpsons", Bart, el alumno travieso, se presentaba como candidato a delegado de curso. Frente a él, Martin, un alumno más brillante pero con menos carisma, aspiraba también al cargo. Cuando todos tenían claro que la victoria de Bart sería aplastante, la dejadez de unos y otros, hizo que Martin que alzase con la victoria con tal solo dos votos: el suyo y el de un amigo. El recurso del perdedor para que se recontasen los votos, acababa siempre con el mismo recuento: uno para Martin, dos para Martin.
El pataleo y la rabieta, es un recurso infantil ante la frustración, y en tiempos de elecciones, una vez se cierran los colegios electorales toca asumir los resultados, reflexionar, y acatar los pactos a los que puedan llegar los partidos votados. Lo que veo innecesario es calentar los ánimos del pueblo, para que ciertos partidos aprovechen el descontento y lo usen como argumento para desacreditar a los rivales.
Cuando Trump fue elegido presidente de los Estados Unidos, me causó gracia el revuelo que se formó y las manifestaciones que tuvieron lugar, ¿a qué venía manifestarse contra la elección de Trump, cuando no se cumplió con el deber de votar y elegir al candidato preferido?
Años más tarde cambian los protagonistas y el escenario, y vuelvo a ver la misma escena. En esta ocasión en Andalucía, en donde los partidos progresistas perdieron votos, porque la abstención hizo mella entre sus votantes. Insisto, que no, que no sirve la perreta del niño, aquí si somos mayores de edad para votar, debemos ejercer el derecho al voto, porque no es la primera ni será la última vez, que la abstención provoque resultados inesperados como los ya mencionados.
Tengo amigos que son de los que dicen: no había que votar a nadie... y lo entiendo, porque hay ocasiones en las que ves tanto impresentable metido a político, que lo único que te apetece es correrles a pedradas cuando empieza la campaña electoral, pero después recuerdo lo sucedido en un pueblo navarro, Garinoain, en donde una agrupación independiente, venía gobernando la alcaldía. Cuando llegaron las elecciones, la agrupación no tenía ningún candidato para encabezar la lista, y el único partido que se presentó fue Derecha Navarra y Española. Al enterarse los vecinos de que era la única candidatura, y su naturaleza era fascista, hicieron lo posible por impedir que llegaran a la alcaldía, pero ésta acabó en manos de la extrema derecha, con el pírrico balance de 18 votos contra 305 votos en blanco. Los votos en blanco buscaban dar por nula la convocatoria, y para ello precisaban que la candidatura no obtuviera el 5% de los votos, cosa que no logró por tan solo 0,6 décimas.
Estamos viviendo en una democracia (o al menos algo similar), y nuestro único deber en tiempos de elecciones, pasa por ejercer nuestro derecho a votar, lo que queramos, pero votar, porque una vez se cierren los colegios electorales, el recurso del pataleo no sirve, las manifestaciones son innecesarias, y lo único que resta es acatar el resultado, y aunque provoque la más absoluta repulsa y resqueme, porque gracias a la desidia de unos, propiciamos la entrada en los parlamentos de aquellos que usarán las armas democráticas, eventualmente, para sustituirlas de inmediato por las más primitivas, en cuanto el poder se decante de su lado.
Menos pataleo y más cordura.
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