Sobre las protestas de los chalecos amarillos
La desobediencia es un derecho fundamental legitimado por la libertad individual. La desobediencia no puede dejarse arrastrar por la violencia.
La violencia está al extremo de la libertad, cuando se cruza la delgada línea que los separa, esa libertad pierde su legitimidad y lo que en un principio era un derecho, como la desobediencia, deja de serlo porque carece ya de fundamento.
Por otra parte, la imposición es un modo de violencia controlado que ejerce el poder sobre los individuos, impuesto mediante imperativo legal categórico. Por este motivo, cuando se enfrenta un colectivo o individuo ante esa imposición, por muy legítima que sea, surge el enfrentamiento.
El enfrentamiento es la confrontación de ideas que no llegan a acuerdo. Si el imperativo legal por imposición se mantiene, surge la desobediencia, y al ser ésta un derecho legítimo, desencadena en un choque.
Por consiguiente, este enfrentamiento nos invita a pensar de nuevo en nuestras ideas, replantear cuál es el camino para reestructurar de nuevo el poder que demanda o denuncia el colectivo desobediente. Si se hace una lectura adecuada de lo sucedido, se llega a una solución; en caso contrario, continuarán cometiéndose los mismos errores.
Es el momento en el que la clase política que controla democráticamente ese poder debe darse cuenta de que, a pesar de ser legítimo, no puede ser impositivo, y ni mucho menos que el poder le pertenece. El poder será siempre de los desobedientes.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo