Dejar de jugar al fútbol
Estimados dirigentes de la Federación Asturiana de Fútbol: Soy José Manuel Rodríguez Prieto, padre de Andoni Rodríguez Iturbe, de 16 años y hasta hoy jugador del Club de Fútbol Los Arcos, de Oviedo, club en el que ha jugado los últimos cinco años.
Me dirijo a ustedes como máximos responsables del fútbol asturiano en todas sus categorías y lo hago para poner en su conocimiento una serie de circunstancias que han hecho que hoy, y con gran pesar, mi hijo haya decidido dejar de jugar al fútbol, al menos por esta temporada, y sí de forma definitiva en el Club Los Arcos.
Como les decía, en los últimos cinco años, mi hijo, enamorado del fútbol en todas sus categorías, ha dedicado su tiempo libre a entrenar con dedicación y a jugar con pasión en el Club Deportivo Los Arcos, de Oviedo. En su habitación y en lugar destacado, están las medallas, fotos y trofeos conseguidos, entre los que destaca por el cariño que le tiene, un trofeo a máximo goleador del equipo.
El año pasado la llegada de un entrenador (de nombre Luis, y del poco más sé) convirtió poco a poco la pasión y el gusto por entrenar y jugar cada fin de semana en algo incómodo; empezó a aparecer en él una sensación de ser poco valorado y hasta despreciado en muchas ocasiones.
Y esta temporada en categoría Tercera Juvenil Grupo 2 de Oviedo, la situación empeoró, hasta llegar a tomar la decisión de dejar el Club Los Arcos. El desprecio y últimamente las burlas a las que se vio sometido por parte del entrenador han hecho que mi hijo tomase esta decisión. Desprecio por no contar con él para absolutamente nada, haciéndolo saltar al terreno de juego en los últimos minutos de todos los partidos y burla por decirle repetidamente durante los entrenamientos que contaba con él como titular del próximo partido... para volver a sacarlo a jugar diez minutos.
No quiero aparecer como un padre fánatico que cree tener en su hijo una futura figura del fútbol. Y para demostrar esto, me basta decir que si a comienzos de la presente temporada había veinticuatro jugadores en el equipo, hoy en el banquillo no había ninguno, sólo quedan once de aquellos que empezaron con ilusión la temporada. ¡Qué banquillo más triste! Ni un solo jugador sentado en él: sólo un entrenador vociferante y blasfemo. ¿Qué ejemplo! O más bien, ¡qué pena!
¿El motivo? Evidentemente la forma de actuar y valorar a los jugadores por parte de Luis, el entrenador. Tengamos en cuenta que en estas categorías es fundamental que el entrenador además de fútbol, sepa cómo tratar y manejar a unos chavales en pleno período de formación, tanto personal, como académica y profesional; las sensibilidades están más acentuadas en estas edades y si la actitud del entrenador es de desprecio hacia aquellos jugadores que, por el motivo que sea, no son de su agrado, sobre todo en e aspecto personal, no se puede llegar muy lejos.
Y ahora preguntémonos ¿Cuáles son los criterios de este entrenador para decidir quien juega y quien no? Lamentablemente y al margen de contar con jugadores de indudable valía, otra parte de los seleccionados por Luis lo son exclusivamente por el hecho de tener unos padres que le hacen mejor la pelota que los demás padres. Así de sencillo, como incluso me reconoció el Directo Deportivo de Los Arcos. A más aplausos y halagos vertidos, más posibilidades de ser titular con Luis. ¡Pobre desgraciado!
¿Por qué les cuento todo esto? Porque ustedes como Federación Asturiana de Fútbol, deben velar para que estas cosas no ocurran; porque ustedes como Federación no pueden consentir que el capricho y la arbitrariedad de un individuo pesen más que el compañerismo, las ganas de lugar al fútbol e incluso la valía de algunos chavales. Señores estamos en categorías que son la base del fútbol, donde se está aprendiendo a ser no sólo un posible futbolista de futuro, sino también un buen compañero, un buen amigo y una buena persona. Y con actitudes injustificadas de desprecio y burla y con la arbitrariedad como único criterio de selección, llevamos mal camino.
Y esto está ocurriendo en bastantes clubes. Tomen nota, o al menos hagan algunas averiguaciones y comprobarán en que manos están nuestros chavales.
Agradezco la atención que prestan a esta carga, esperando tomen nota de lo dicho en ella y quedando a su entera disposición.
José Manuel Rodríguez Prieto, Oviedo
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