Carta a Gaspar en el 40.º aniversario de su muerte
El 11 de diciembre de 1978 el comandante Marvin, con voz emocionada, daba
la triste noticia de tu muerte a través de Radio Sandino. Ya han pasado 40 años.
¡Dios mío, qué tristes y qué solos se quedan los muertos!, decía Becquer. Pero
yo sé, Gaspar, que tú no estás solo.
Tú estás con tu Cristo de Palacagüina, con el Cristo proletario y solidario, ese
que petrolea carreteras y chequea llantas en la gasolinera. El Cristo humano, el
Cristo obrero, el arquitecto, el ingeniero, el artesano, el carpintero. El que alza
los brazos para defender al pueblo del dominio explotador. El que anda por
todos los caminos, por veredas y por cañadas; el que no anda con "carambadas".
Con todos esos Cristos estás tú, como bien reza la Misa Campesina
Nicaragüense.
Y no estás sólo porque sigues en tu Nicaragua-Nicaragüita, la flor más linda de
tu querer. Sigues en la alforja campesina pinolera, el mero escapulario de tu
tierra, esa que cuando baja del monte tan cargada parece una indita
embarazada.
Estás en la tumba del guerrillero, en las tumbas de todos los guerrilleros de
Nicaragua, en ríos, montes y praderas y en todos los valles sigue retumbando tu
voz y diciendo “¡agarra bien la guitarra, jodío!”.
Y estás con las mujeres del Cuá: con la María Venancia, con la Amanda Aguilar
y con la Cándida Martínez. Estás en la milpa del campesino, en el indiecito
dormido, en las nubes que lleva el viento.
Estás en todos los José Pérez y en su hambre diaria. Estás en Pedro el minero,
en las niñas del prostíbulo, en el tamborilero que todos los años nos anuncia la
llegada de la Navidad, en los miserables de Acahualinca y en todos los poetas
del Solentiname. En cada palmo de tu Nicaragua, ahí estás tú, Gaspar.
Tú no estás solo. Estás en muchos corazones porque eres de esos amigos que no
dejan un espacio vacío cuando se van (tú lo llenas todo, desde donde estés), ni
dejan un árbol caído, contigo no se detienen los caminos porque tú abres camino
con tu andar.
Y serás como Ramón Sijé, y también al almendro de nata te requiero, “porque
tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero”.
Allí donde estés, reza por nosotros.
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