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Un camino peligroso

21 de Diciembre del 2018 - José María Pérez Rodríguez

En la España de los últimos meses asistimos impávidos a la “gestión” de un Gobierno socialista sobrevenido de sopetón -merced a los temblores y miserias del anterior-, aliado con los enemigos tradicionales de España, comunistas y secesionistas, intentando llevar a cabo un virtual programa a base de ocurrencias que se imponen, o tratan de imponer, por vía de decreto-ley, tan repudiado cuando estaban en la oposición. El caritativo buenismo del "Aquarius"; la cancelación de venta de bombas a Arabia Saudí, antes de que la nueva ministra abriera su cartera departamental para luego enviarlas sin despeinarse, a la vista de la magnitud del dislate con explicaciones dignas del inolvidable Gila; el nefasto anuncio sobre la supresión del diésel; el establecimiento de nuevos impuestos, de los que abominaban, porque la gente lo estaba pasando muy mal…; la insistente promesa de inmediatas elecciones, superada la moción de censura; la ocupación manu militari de la RTVE para “regenerarla”; las inauditas presiones de la ministra de Justicia sobre la Fiscalía General del Estado y su enfrentamiento radical con toda la magistratura; las mentiras y trampas generalizadas en los currículos académicos y en las declaraciones patrimoniales del nuevo equipo llegado a la Moncloa, incluidos los del propio presidente, entre otras medidas inmediatas para desasfixiar al país, pintaban un horizonte grisáceo, con la guinda de la urgente exigencia de los españoles de la exhumación de los restos del general Franco de la basílica del Valle de los Caídos…, “conditio sine qua non” para resolver los problemas más acuciantes de todos los ciudadanos, incluidos los de la irredenta Cataluña.

Demasiado trabajo para tan poco tiempo, aunque para ello se constituyera un numeroso gabinete mayoritariamente femenino y feminista integrado por auténticos “mirlos blancos” en las carteras ministeriales encomendadas. Dos ministros tuvieron que dimitir apenas tomada posesión de sus cargos y otros nueve, incluido el Presidente, están reprobados o bajo sospecha, por imperativo de la “regeneración democrática” que impregna su “programa de gobierno” y que ellos mismos impusieron. Resulta imposible enunciar una lista completa de los graves problemas que arrostra nuestro país a día de hoy y ante los cuales este Gobierno carece de respuestas. Y casi mejor que no las dé, porque las que da crean alarma social. Desde su convicción de superioridad moral de sedicente “gobierno progresista” pueden reproducir los defectos del “enemigo” político sin ningún tipo de remordimiento. Pueden –y lo hacen– ignorar su propia corrupción, revocar sus promesas y gobernar por decreto-ley. Pueden incluso administrar los mismos presupuestos que motejaban de antisociales y maléficos, etcétera, etcétera. Y esto es así porque una vez llegados al poder, conciben éste como un paradigma propio que sólo adquiere legitimidad cuando lo ejercen ellos: los que están en el lado cabal de la vida, en la posesión de la verdad, en la excelencia de criterio, los que nunca se equivocan porque es su propia intervención la que concede un halo de justicia y de honestidad a “su” modelo de gobierno…

Guste o no guste leerlo, el actual Partido Socialista, reconvertido para peor y apoyado por los grupos políticos más radicales y antiespañoles, vuelve a su más genuino ser: en Octubre de 1934 se sublevaron contra la II República del brazo de los separatistas catalanes, y la primera medida que adoptó el Frente Popular, tras el pucherazo de febrero de 1936, fue poner en libertad a los golpistas con la Pasionaria en persona abriéndoles las puertas de las celdas…, que es algo de lo que “se negocia” en estos momentos. Y en Oviedo, sin ir más lejos, tenemos un ínclito edil de Cultura, Festejos y milongas varias que ofrece al público asturiano en imágenes y “visitas guiadas” la versión más perversa de la “memoria histórica”… Y como se avanza por esta peligrosa senda va siendo hora de salir a la palestra y no callar, reproduciendo, de entrada, algunas de las opiniones y frases literales de algunos de los presidentes de la II República, a cuya continuidad nos quiere llevar el actual gobierno y los de bastantes ayuntamientos y comunidades autónomas, una vez “expulsado” de la Historia de España el franquismo y puesta en solfa la Constitución de 1978.

Dijo Manuel Azaña: “No quiero ser presidente de una República de asesinos”. “Por encima de la Constitución está la República y, aún más alta, se alza la Revolución”. Dijo Niceto Alcalá Zamora: “Se hizo una Constitución (la de 1931) que invitaba a la Guerra Civil”. Dijo Largo Caballero: “La lógica histórica aconseja (…) soluciones más drásticas. Dictadura por dictadura, la de las izquierdas. ¿No quiere el gobierno? Pues sustitúyale un gobierno dictatorial de izquierdas. ¿No quiere la paz civil? Pues sea la Guerra Civil a fondo. (…) Todo, menos un retorno de las derechas”. Sin señalar a tantos ilustres republicanos que abominaron de semejante régimen.

He aquí unas cuantas muestras muy ilustrativas de quienes empujaron sin titubeos a la sublevación militar, tal era el caos, la insurrección civil y el clima prebélico creado en exclusiva por la II República. Y las citas tienen su constatación en las hemerotecas, ejercitando el mismo derecho de libertad de opinión y expresión que emplean los que gobiernan. Si se continúa agitando el ambiente, el caldo de cultivo para las próximas convocatorias electorales está en su punto.

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