Mucho ojo al aparcar un coche en Pola de Siero
La historia me ha resultado tan traumática que tengo que desahogar contándola. A pesar de mis 72 años y siendo conductor, nunca profesional, desde los 18 años, es la primera vez que me han puesto una denuncia por aparcar indebidamente y menos retirarme el coche una grúa municipal. En esos 54 años he conducido más de un millón de kilómetros en distintos vehículos, por España y por algunos países europeos. El último junio he conducido y aparcado en ciudades como Liubliana, Zagreb y Sarajevo.
Mi historia negra comienza cuando, a las 9.25 de la mañana del pasado martes día 11, aparco en una calle de Pola de Siero (leo en el boletín de denuncia la primera palabra ilegible y la segunda Rodríguez -frente al n.º 22). En la calle hay coches aparcados y espacios libres, no es zona azul, no hay vados ni paso de peatones; aparentemente, lugar ideal. Detrás de la acera, una valla metálica fija propia de un cierre perimetral de un solar, dentro del cual recuerdo una grúa de obra civil. El lugar era el previsto por varias personas como punto de encuentro, todas de fuera del municipio, con el objetivo común de subir, en bicicleta, al puerto de La Cubilla y otros acompañar desde un coche.
Todo estupendo hasta que, al llegar de vuelta a las dos de la tarde, el coche no estaba en el lugar donde había quedado. Dudas sobre el lugar, posibilidad de que lo hayan robado, ninguna indicación en el lugar de que por algún motivo fuera llevado por la grúa municipal. Al final observamos que, en una valla amarilla, bastante oxidada de aproximadamente 1,10 m de altura –en aquel momento protegía una grúa móvil de ruedas de goma– estaba sujeta una señal de prohibido aparcar con fechas en ambos sentidos, así como un folio donde la Policía Municipal informaba de la prohibición de aparcar a partir de las 7 horas para realizar trabajos de poda de unos árboles plantados en la acera, de 3/4 metros de altura y espaciados unos 5 metros. En el momento de aparcar el coche –repito 9.25 horas– nada ni nadie me hizo sospechar de los prometidos trabajos. Es habitual ver en cualquier punto de Asturias prohibiciones puntuales por obras, mudanzas, etcétera, pero siempre en señales móviles verticales de unos 180 centímetros de altura o incluso a ras de suelo recostadas sobre un triángulo; pero siempre que sean visibles y nunca tapadas por otros vehículos. No es previsible que en una valla –que como su nombre indica sirve para vallar– existan señales tan importantes.
El siguiente paso era ir a la Policía, bien para presentar denuncia por robo o confirmar lo que ya empezábamos a temer; aunque nos parecía inverosímil. La Policía me confirma que ellos han retirado el coche y que éste se encuentra en un espacio cerrado y a la intemperie. Su liberación ha costado 68 euros. En la larga espera para el pago y por el documento para retirar el coche, entran en el cuartel dos uniformados que se interesan por nuestra presencia y aprovecho para preguntarles cuántos ingenuos habíamos caído esa mañana y me informan que once. Es obligado preguntarse, si tantas personas se equivocan, estaría suficiente y bien señalizada la prohibición.
Varias dudas: no deben dejar constancia del levantamiento del vehículo. Justifica una poda de árboles, que con esa máquina se puede realizar a bastante distancia, el traslado, unilateralmente, de una propiedad privada. Una curiosidad, me han entregado el coche tras pagar los 68 euros y sin verificar la propiedad. La sanción por la infracción cometida es de 60,10, pero con un espléndido descuento (superior a los mejores de El Corte Inglés) me ha quedado la broma en 30,05 euros.
Nada más disponer del coche nos hemos ido a comer, fuera de Siero, por si acaso nos pescaban otra vez, a la vez que intentar digerir la situación vivida.
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