Isabel Blackwell, la primera médica
En un rincón de Escocia hay una tumba con este epitafio: “En recuerdo de Elisabeth Blackwell (Bristol-Hastings, 1821-1910). Primera mujer de los tiempos modernos, graduada en Medicina (1849), y la primera en el Registro médico británico (1859)”.
Lo que sigue lo cuenta el escritor G. Martínez Sierra, en su obra de 1916 “Cartas a las mujeres de España”. Aún niña Isabel, su familia emigró a EE UU y, años después, ella logró lo que en su patria era imposible, que –tras muchas negativas, y hasta pensar en vestirse de hombre para colarse– una Universidad rural americana la admitiese, logrando al fin doctorarse en Medicina. Se alejó de su familia a causa de su pobreza y hubo de ganarse el pan y costearse sus estudios trabajando como maestra de escuela. Las prácticas de Obstetricia hubo de hacerlas en condición de enfermera, porque de otro modo era imposible en la Maternidad de París, donde infectada de oftalmía quedó tuerta, y hubo de renunciar a su vocación de cirujana y centrarse en Pediatría. Tras breve estancia en su patria volvió a América para ejercer su carrera. A la vista de la indignación de un médico cuando le llamó a consulta, fundó un dispensario independiente, sólo para mujeres, para que las que quisieran estudiar Medicina pudieran hacer las prácticas a las que se negaban los hospitales. En una de sus conferencias, Isabel resumió su vocación médica, como “La religión de la Salud”. Llevó una vida de pobreza y de soledad, que alivió con la adopción de una huérfana de emigrantes, que le dio compañía y esperanza en el porvenir. En suma, mostró el camino a tantas mujeres que después habrían de seguir sus pasos, pero sin tantos obstáculos y esfuerzo.
La larga marcha. Cuenta Martínez Sierra que en 1916, cuando escribió su libro, ya había 1.000 mujeres médicas en UK y 7.000 en EE UU. Me tomo la libertad de añadir que mi abuela paterna, nacida en 1873 y habiendo alquilado su madre un piso en Madrid en 1890 para que un hermano estudiara Medicina, ella no pudo hacerlo pues entonces estaba muy mal visto en España que una mujer fuera médica. En el año 1949, en el primer curso de una Facultad de Medicina española había 100 varones por 3 féminas. Hoy casi 70 años después, puede decirse que las mujeres médico son tantas o más que los hombres. Sólo dispongo ahora del listado de médicos del HUCA de hace seis años. El truco para aproximar al presente las cifras de hombres y mujeres médicas es contabilizar sólo a los residentes, que hoy ya serán de plantilla. Pues bien, sumados por sexos, en tal fecha, resulta un número de mujeres médicas residentes de 174, contra 106 varones, lo que representa respectivamente unos porcentajes de 62 y 38 por ciento. En Pediatría había 15 mujeres y 3 varones y en Obstetricia, 12 contra 3. Hay excepciones, en Trauma, había 8 hombres por 2 mujeres.
En resumen, como decía en 1916 el simpático, feminista y españolísimo escritor Gregorio Martínez Sierra, al inicio de muchas de sus “Cartas a las mujeres de España”, “Señoras y paisanas mías...” hoy un siglo después, ¡señoras y paisanas mías, estamos en vuestras manos!
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