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Dios existe, se llama inspector médico

19 de Diciembre del 2018 - Paulino Lorences Menendez (malleza salas)

Quién me iba decir a mis 58 años que Dios existe, que sanaba sólo con una carta las enfermedades crónicas y dolorosas. Amigos médicos que estudiaron años y siguen actualizando sus conocimientos no han logrado estos adelantos médicos. Estaba de baja médica desde finales de enero, con revisiones con mi mutua (soy autónomo) cada quincena, revisión con mi médico de cabecera, después de varias consultas con la traumatóloga del ambulatoria de La Lila una resonancia y varias radiografías y analíticas se me diagnostica que padezco espondolodiscoartrosis lumbar con osteofitosis, hperrostosis vertebral dorsal y cifosis dorsal. Lo que viene ser una lumbalgia crónica con artritis. Se manda no hacer esfuerzos, levantar pesos, caminar por terrenos accidentados y no estar de pie más de 15 a 20 minutos. Mi profesión es de camarero, estoy una media de 10 a 12 horas de pie detrás de mi diminuta barra. Veinticinco años en hostelería, una obesidad evidente con su hipertensión y diabetes hacen imposible realizar mi trabajo. Pues "Dios" ordena que estoy curado, que ya sané, así que a trabajar de pie mis doce horas. Con un informe en contra de dicha resolución de mi médico de cabecera, se me da el alta el día 20 del presente. Cuál no es mi sorpresa y la de mi médico que queriendo poner en el alta que la decisión es del inspector médico y no de suya, el programa informativo se bloquea no admitiendo en el papel impreso dicho comentario. "Dios" ordena, pero no quiere que aparezca escrito en un documento público su decisión. Lástima que mis dolencias no crean en milagros, pues aquí sigo evidentemente sin poder incorporarme a mi trabajo, intentando cumplir las órdenes de la traumatóloga, la ayuda de opiáceos legales y la manta eléctrica de mi difunta abuela. Por cierto, los autónomos durante nuestras bajas médicas tenemos que seguir cotizando a la Seguridad Social pese a no tener ingresos de nuestro trabajo. Ya incorporado a mi trabajo, después de un año y ocho meses de haber solicitado una discapacidad, se me concede un 42% de discapacidad y un 7 de movilidad. Pero sigo estando apto para trabajar entre 10 y 12 horas detrás de la barra.

El resultado de todo esto, muy fácil, a los pocos meses de incorporarme a la vida laboral, mis dolores fueron aumentando, pese a la medicación. He tenido que cerrar mi humilde bar tienda, pues ya me era imposible estar tantas horas detrás del mostrador. Y aquí tenéis un parado más, con 59 años, trabajando desde los 18 años, sin ayudas y sin paro.

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