#TodosSomosLaura

21 de Diciembre del 2018 - Andrea Braña (Mieres)

No sabíamos nada de ti hasta esta semana. Ahora sabemos que te llamabas Laura, que tenías 26 años, que usar los verbos en pasado es una herida ineludible, que eras de Zamora, de esta Castilla nuestra que ve marchar a sus hijos, incapaz de ofrecerles un futuro. Hoy sabemos que eras profesora que buscaste en el Sur un presente más amable, que me imagino lo mucho que te debió de costar escoger entre quedarte con quien te quiere o aprovechar esa llamada que tan pocas veces se cruza en el camino de un docente. Ahora sabemos que saliste a correr y no volviste. Y nada volvió a ser lo de siempre. Que ser mujer es un riesgo inasumible y nada da más miedo que vivir sin saber si hoy podrás volver a casa. No sabíamos nada de ti, Laura. Y ahora todos lloramos tu ausencia con lágrimas de pena y de cólera, ahora todos esperamos que fuese tan fácil como cerrar los ojos después de un largo día, mientras cerramos los puños con fuerza y los dientes con rabia, consciente de que todo parece que volvió a ser lo mismo de siempre. No te conocíamos hasta esta semana, y sin embargo lucharemos por ti, Laura.

Ella se llamaba Laura, pero también se llamaba miedo. Y Laura tenía una vida. Y tenía sueños. Tenía. Era profesora. Era artista. Era mujer. Era. Se llamaba Laura y probablemente se dejó un viaje pendiente, un mensaje sin enviar, o un abrazo que dar. Se llamaba Laura y después de su asesinato también se llamaba Laura. Y estaba sola. Corriendo sin saber que huía. En una calle que ahora es cemento que ahora es lamento. En una tarde que ahora es de noche. Se llamaba Laura y su asesino intentó quitarle el nombre. Se llamaba Laura y tan sólo pido eso: que nunca se apellide olvido. Ella se llamaba Laura y era mujer y no era hombre. Como todas las anteriores.

Recibes una llamada. Numero largo. Lo coges. Te tiemblan las piernas. Se te traba la lengua. Te dan tu primer destino. Lo ves hasta cerca. No cabe alegría, entusiasmo, ganas, motivación. La ilusión no te deja dormir. La alegría con la que das los buenos días a los que serán tus próximos compañeros. Conoces a los que pasarán contigo todas las mañanas. Se te llena la boca de decir que estás trabajando. Vas a cumplir tu sueño. Pones ganas. Pones alegría. Pones juventud. Pones deseo. Pones vida y te la quitan. No te ha dado tiempo a disfrutar del trabajo más bonito que existe. No te han dejado. Me duele el alma.

Hoy me llamo rabia, desesperación, odio. Mañana me llamarán feminazi, exagerada y ordinaria. Pasado mañana nadie se acordará de Laura. La siguiente podría ser yo, o tú y sólo se acordarán de nosotras hasta la siguiente asesinada. Es decir, mañana. Y de nuevo el número crece. Pero ellos siguen diciendo que no es para tanto. Somos nosotras las que dejamos de estar. Libres y seguras nada más. Eso pedimos. El feminismo no es una elección, es necesario.

Correr sin miedo y no correr por miedo. Si mañana soy yo, si mañana no vuelvo. Destrúyelo todo si mañana me toca a mí. Quiero ser la última. Te enseñan a no ir sola por sitios oscuros en vez de enseñar a los monstruos a no serlo. Por un 2019 donde cada mujer que salga regrese a su casa, sana y salva. "Tengo 26 años, soy profesora. Salí un día a correr y nunca volví a casa. Me encontraron 5 días después en un camino asesinada. Lo cuento yo porque Laura Luelmo no puede. "No era de noche, no iba borracha, no iba provocando con la ropa. ¿Cuál es la excusa ahora? El asesino de Diana Quer estaba libre porque nadie creyó a su cuñada cuando le denunciaron por violación. ¿Cuándo se dejará de creer al acosador/violador... y se empezará a creer a la víctima?

Todo mi amor y fuerza a la familia de Laura Luelmo.

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