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La inhumanidad se disfraza de cualquier cosa

21 de Diciembre del 2018 - Alfonso Rodríguez Fidalgo (Oviedo)

Todos nos consideramos buenos y convencidos de poseer la verdad. Si nos dejasen este mundo lo arreglaríamos en un santiamén. Hay que adoptar las decisiones que hay que adoptar... y punto.

Lo que pasa es que eso corresponde a la administración, que es quien debe tomar medidas, y solucionar los temas. Eso sí, sin menoscabar mis derechos. Pues estaría bueno, que para eso está mi libertad individual.

Además, todos somos muy solidarios, y damos al me gusta en todas las redes sociales.

Pues bien, estos días los periódicos nos informan de que el CEA (Centro de Acogida y Atención), de Cáritas, que acoge a enfermos toxicómanos, y trabaja con ellos en procesos de mejora y rehabilitación, trata de comprar una nueva vivienda a no muchos metros de donde se encuentra la actual, porque esta se queda pequeña, y motivos del Plan de Ordenación Urbana lo hacen más conveniente.

Y se armó la tremolina.

Qué se les atienda, faltaría más. Pobrecillos, son unos enfermos. Eso sí, que se les atienda por quien corresponda, a mí que no me impliquen, y por supuesto en mi barrio y cerca de mi casa, eso sí que no.

Toda una campaña acoso y desprestigio, llegando al borde de la violencia, se desató contra la intención de Cáritas. ¿Razones? ¡A saber!, que yo sepa ninguna. La lógica, ¿para qué?

La casa actual está, como señalábamos antes, a escasa distancia de la futura. Si eso es un problema ahora, ¿por qué no lo era antes? Los residentes del Centro están integrados en el actual barrio y colaboran incluso con las asociaciones de vecinos en la organización de festejos. Lo residentes del Centro jamás, jamás han creado un problema ni un conflicto.

Tengo el honor y la satisfacción de haber trabajado y convivido en el CEA hace 23 años, cuando este estaba en una céntrica calle de Oviedo y en todos estos años de seguimiento del programa insisto en que no he conocido ningún problema ni conflicto. Así lo quiero testimoniar.

He conocido allí, y me enorgullezco de ello, a personas a las que recuerdo con gran cariño, buenas, con muchos valores y con gran dignidad, que la vida, a su pesar, las ha baqueteado sin piedad, hasta convertirlas en despojos; muchas veces para ganancia de desalmados que pasan por dignísimos miembros de una farisaica sociedad.

¿Por qué esta cerrazón, está sinrazón, este odio demostrado por los que se oponen al Proyecto CEA? ¿Qué se esconde detrás de todo esto? ¿Quien gana qué? ¿Hasta donde nos conduce esta senda de odio? ¿Qué futuro le espera a este mundo, barco en el que viajamos todos si seguimos con esta inhumanidad?

A quienes esto hostigan la Biblia les diría que mejor les sería que les colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogaran en lo profundo del mar.

Yo no llego a tanta radicalidad. Solo les deseo que cuando ellos o alguno de sus seres cercanos pasen por alguna situación de gravedad y carencia vital encuentren alguna persona tan generosa como lo/as trabajador/es del CEA que les puedan echar una mano y brindar su ayuda y su cariño.

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