Sellaño vuelve a colgar su pintura en la Casa de Cultura de Aller, en Moreda
Así ha sido, con motivo del homenaje y recuerdo que recientemente se le hicieron en esa Casa de Cultura, con la intervención y patrocinio del Ayuntamiento allerano y los Humanitarios de San Martín, todo un acontecimiento emotivo y entrañable. No es mi intención ni competencia hacer reseña alguna al respecto porque, entre otras razones, los buenos informadores de Aller lo saben hacer muy bien, como aquí vemos a diario. Uno, que en estas columnas de LA NUEVA ESPAÑA inició y comentó reiteradamente la necesidad y obligación de recordar y perpetuar el recuerdo del artista allerano, se va a limitar ahora a expresar su gratitud y reconocimiento a cuantas instituciones y personas que han hecho posible este acto recordativo a Sellaño, una gratitud extensiva, naturalmente, a la dirección de este periódico.
Sí, en ese acto de homenaje y recuerdo a Sellaño sus acuarelas han vuelto a ser colgadas en esa casa de tan buen hacer cultural, y en su sala de exposiciones, que ahora lleva su nombre, una placa que así la denomina y queda para la posteridad. En esta sala, en la que él hizo su primera exposición, y luego muchas más, individuales y colectividad, queda para siempre el recuerdo vivo del acuarelista allerano, que fue también un ejemplo de hombría de bien, lo que quiero destacar una vez más aquí.
Con mi gratitud a instituciones, personas y cuantos de alguna manera han participado en este merecido homenaje y recuerdo a Sellaño, deseo también expresar mi amistad y cariño a la esposa de Antonio, sus hijas y demás familia, tan queridos para uno. Que en la recta ya de los 100 tacos (no debemos ocultar la edad, hay que presumir de ella), se va quedando cada vez más solo en sus inquietudes literarias, pictóricas y hasta deportivas (montañismo, escalada y esquí), por lo que creo que vengo a ser algo así como el último mohicano de todas ellas.
Y para ti, amigo Antonio, un abrazo desde esta otra orilla de la vida, en la que queda vivo tu recuerdo, tus acuarelas y tu hombría de bien.
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