La Navidad

21 de Diciembre del 2018 - Pilar Manzano (Oviedo)

Ya llegó la Navidad, ya está aquí, un período de tiempo muy deseado para algunos y muy triste para otros, pero es así y hay que aceptarla, hay que aceptarla nos guste o no, hay que aceptarla como aceptamos la polución, la gripe o la vejez, así como para todos estos accidentes nuestros gobiernos y nosotros mismos tomamos medidas para atajarlos, contra la polución, ordenación del tráfico y gases contaminantes; contra la gripe, vacunas, y contra la vejez, potingues de cremas y atuendos juveniles para parecer más jóvenes acompañados de sesiones de gimnasio para estar más ágiles, pero la Navidad, la Navidad es otra cosa, en la Natividad en mi niñez era ilusión no sólo las comidas y cenas familiares, no sólo de los regalos de Reyes que con tanta ilusión se esperaban, la Navidad era ver la alegría en las personas incluso careciendo de muchas cosas, la Navidad era ver los escaparates de las tiendas engalanados con su turrones y mazapanes, sus muñecas, trenes y fuertes de indios, etcétera, para los más pequeños y guantes, pañuelos, bufandas y calcetines, eran los regalos más clásicos y todo esto adornado con luces de colores y copos de algodón imitando a los copos de nieve, no sólo los niños se pegaban a los escaparates, el resto de la gente también, yo en mi pueblo, Pola de Lena, no recuerdo las luces del alumbrado público si eran de colores o no, sólo recuerdo cómo nos pegábamos a los escaparates admirando todas estas cosas que sólo se podían ver en Navidad, los escaparates estaban ahí todo el año exponiendo sus productos pero en estas fechas de Navidad se transformaban en ilusión.

¿Pero qué nos pasa a la gente? El domingo el buen tiempo me ha empujado a recorrer un poco este Oviedo que ya considero un poco mío, porque hace muchos años que vivo en él, que el Ayuntamiento haya colgado luces de colores en algunas calles, un árbol en la plaza del Ayuntamiento, una carpa de hielo, un trenecito por el Campo San Francisco, el mercadillo en la plaza de la Escandalera y alguna cosa más, muy poca cosa para una ciudad; en esta ciudad si quieres enterarte que es Navidad tienes que esperar a la noche que enciendan las luces y mirar para arriba, no sé si es la mala sintonía entre el Ayuntamiento y los comerciantes, la verdad es que me dio pena ver que en sus parques y plazas no se ve ningún vestigio de que es Navidad.

¡Culpa de la crisis!, dirán algunos, difiero de ellos. ¿Crisis?, ¿donde las terrazas disfrutando del buen tiempo que tenemos están abarrotadas? ¿Crisis? ¿donde según noticias sesenta y ocho mil asturianos pidieron créditos por valor de 800.000 euros para pasar estas Navidades? Yo diría que la crisis está en las ideas y proyectos de los comerciantes, no engalanan sus escaparates porque sus productos ya se encarga la TV en proclamarlos, ¡qué pena!

La Navidad no es una fiesta religiosa, la Navidad es un período de ilusión, es cultura y artesanía, nada más hay que visitar el belén que cada año la Asociación de Belenistas de plaza de Trascorrales, cada año se supera, hay que fijarse en sus detalles, las sandalias de los pastores, los tejados de su casas, sus celosías, una obra trabajada con ambición representando la vida y costumbres de una época.

La Navidad es una época que comparten todas las naciones sea cual sea su religión. Hoy en día más que menos disfrutamos de muchas más comodidades y bienestar que antaño, pero por favor no dejemos que esto nos aleje de disfrutar de la ilusión de la Navidad, y desde aquí pedir a los comerciantes que copiaran un poco el trabajo que realizan el grupo de artesanos belenistas digno de imitar.

Comerciantes, engalanen sus escaparates para hacernos soñar nuevamente como cuando éramos niños, pónganse en contacto con el Ayuntamiento en el año, tenemos 345 días para ser taciturno, pero estos 20 días de la Navidad no nos roben nuestra ilusión, qué envidia de esas ciudades como Estrasburgo, donde el espíritu de la Navidad se palpa y vive en las calles. Feliz Navidad.

Mientras estoy escribiendo me llega la noticia del terrible atentado en la ciudad de Estrasburgo, mi dolor y apoyo por y con esa gente que han sentido en sus carnes el horror del terrorismo; no obstante, estoy seguro de que a pesar de todo el espíritu de la Navidad les seguirá acompañando.

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