Tontícolamente correctos
Sería de un tratado amplísimo, pero por algo hay que empezar. De alguna manera me uno a quienes en esta ciudad critican a los que corresponda por tan magnífica decoración navideña.
Todo, a resultas de una mal llevada moda. Se trata de repudiar la Navidad con cualquier excusa, eliminar los villancicos para no ofender a otras costumbres y otro tanto se hace con los belenes y representaciones de estos días, eso sí, nos desplazamos al norte de Europa para visitar mercadillos navideños, con su portal de Belén, su mula, su buey, sus pastorcillos, su Niño, mientras que en nuestra propia ciudad lo denostamos.
Cada quien tendrá sus creencias, pero yo quiero fijarme ahora en destacar la tradición, que no la religión, las transmisiones de costumbres de generaciones en generaciones que en épocas más oscuras iluminaban las calles con luces de Navidad y no con estas que hoy en día parecen de bar de carretera, con colores imposibles imaginadas o aprobadas por el lumbreras de turno de nuestro Ayuntamiento.
Estos son de pocas luces, ya que las que poseen las tienen en su casa, para los barrios en general de nada, situación que se ha ido sumando a algunos locales de hostelería, donde no se adorna, aducen, porque los clientes son de varias procedencias y tendencias y además la Navidad es de otro tiempo, un rollo vamos. Qué respeto en esto y qué poco se tiene cuando se llenan los locales de banderas de equipos de fútbol, sin tener en cuenta que también hay personas que pueden o son de los equipos contrarios. Pues bien, me he propuesto no entrar en los lugares donde ni un pequeño detalle alegre mi consumición en estas fechas; compraré en las tiendas y locales, bares, almacenes, etcétera, que recuerden que estamos en época de encuentros y emociones bajo el manto de la Navidad.
Sin embargo, la política es la política, y lo políticamente correcto es lo políticamente correcto. Asistamos, pues, a la inauguración de las luminarias de los grandes almacenes, que este año han dado de lleno sus eslóganes como por ejemplo “nos gusta la Navidad”.
Capítulo aparte son los que se visten con el hábito de ecologistas, no iluminan como protesta al consumo energético, eso sí, hay que enseñar en los colegios a hacer galletitas de jengibre (Asia, India, China) que además de típicas de aquí se pueden elaborar pensando en la próxima Feria de Abril o el ya muy aplaudido Halloween.
Necesitaría kilómetros de papel para expresar mi descontento con esta marea de lo bobocorrecto, que ha venido para quedarse, pero a mí al menos no me vendan chupifiestas, que son tan mentira como la limpieza de la ciudad, cada vez más sucia, con premios, sin premios y con gobernantes alternativos o no.
María José Camarero Rodríguez
Oviedo
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