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El euro está sobrevalorado

30 de Diciembre del 2018 - José María Álvarez Álvarez (Trubia)

El valor del euro no se corresponde con su valor real, al tener una apreciación muy superior al que debe por el resultado del crecimiento y el endeudamiento.

El euro ha sido inflado artificialmente, como un globo sonda con los incentivos del BCE, así como inversiones chinas, elevándolo a una altura donde la falta de oxígeno –el flujo del capital– unido a los fuertes vientos –las turbulencias económicas derivadas del endeudamiento–empujan al euro hacia la pérdida del control de la economía y luego a que acabe desplomándose a tierra. El euro no tiene el respaldo de una sólida economía, pues la zona euro sigue en recesión, con un crecimiento exiguo. Y corre el lastre añadido del endeudamiento de Grecia, Italia y España; países que se sostienen gracias a que el euro está alto, pues si se devalúa, y lo hará, no dispondrán de fondos para pagar las elevadas deudas, teniendo que destinar más dinero para pagar las importaciones, especialmente al ser países dependientes energéticamente, cuando, por su situación geográfica, podrían ser autosuficientes con la energía solar.

El crecimiento económico se ha trasladado al Pacífico –Chile y Perú en América, China y sudeste asiático, África Oriental– países con un crecimiento económico exponencial y a los que únicamente les falta una moneda fuerte para convertirse en las potencias emergentes a que están llamadas.

EE UU está adoptando medidas correctoras para impedir el hundimiento de su estancada economía, pero la UE no quiere aplicar las medidas necesarias para impedir su “hundimiento económico”. Las dos opciones que tiene la UE para impedir el colapso económico y acabar convertida en una enana económica son las siguientes:

1.º) Expulsión del euro de las economías altamente endeudadas y con elevada tasa de paro, como son Grecia, Italia y España.

2.º) Que Grecia, Italia y España reviertan el endeudamiento y el paro eliminando la economía sumergida y el fraude –laboral y de prestaciones–. España tiene una deuda del 98 por ciento y más del 20 por ciento de paro, porque tiene un 26 por ciento de economía sumergida y un elevado fraude laboral –60 por ciento de las bajas laborales, 50 por ciento de las jubilaciones por enfermedad– y de prestaciones –salarios sociales, ayudas al alquiler, subsidios de desempleo–. Si España controlase las bajas laborales, las reduciría en más de un 70 por ciento; si revisase las jubilaciones por enfermedad, las anularía en más del 50 por ciento; si investigase los salarios sociales y demás ayudas, las eliminarla en más del 40 por ciento, si terminase con la economía sumergida, reduciría el paro por debajo del 8 por ciento. La sopa boba –el salario social y el gratis total–está en la base de la falta de generación de empleo, junto al fraude laboral y la economía sumergida.

¿Para qué van a trabajar por mil euros o menos, cuando con el salario social y demás ayudas obtienen más sin hacer nada a cambio?

Pero como ni España, ni Italia ni Grecia están por la labor, pues los tres apuestan por los salarios sociales, y no quieren erradicar el fraude y la economía sumergida, y los demás países no se atreven a expulsarlos de la zona euro, el desplome del mismo arrastrará a la UE, que se convertirá para finales de la próxima década en una zona periférica de la economía planetaria. Los ricos estarán en África y Asia, donde se concentrará la producción, la pobreza se trasladará a la UE.

Por todo ello, en la UE somos legión los que queremos desmantelar un sistema que ampara a vagos y maleantes y perjudica a los trabajadores; ellos deben desaparecer para que nosotros tengamos aseguradas las pensiones y prestaciones públicas.

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